El Ayuntamiento de Badajoz y la Junta de Extremadura están otra vez a la gresca. En esta ocasión, y no es nuevo, por culpa de las carreteras y vías urbanas de titularidad regional que hay en la ciudad.

La chispa que ha prendido el último fuego cruzado saltó esta semana cuando el pleno municipal, con los votos del PP e IU, le pedía al Gobierno regional que arreglara esas vías, entre ellas la avenida Adolfo Díaz Ambrona, la cual se encuentra en un estado lamentable y es la primera imagen que reciben de Badajoz aquellos que acceden por la carretera de Cáceres.

Y como siempre, todos tienen razón. El equipo de gobierno le exige a la Junta que le entregue las infraestructuras en perfecto estado de revista . No en vano son las arcas municipales las que luego tienen que soportar su mantenimiento. Y la Junta le pide corresponsabilidad al ayuntamiento, dado que será para el disfrute de los pacenses.

Todavía muchos lectores recordarán el último episodio sonado de este culebrón político-mediático al que, desgraciadamente, nos tienen acostumbrados la Junta de Extremadura y el ayuntamiento. Fue a propósito de las luces del puente Real. Que si son tuyas o que si son mías, y mientras tanto las farolas fundidas y los ciudadanos a tientas. Aquello, como era lógico, se arregló.

Tienen y deben llegar a un acuerdo. Y así sucederá con las carreteras. No lo dudo. Aunque no son buenos momentos para el entendimiento. Las elecciones están cada vez más próximas y desgastar al contrario siempre es electoralmente rentable. ¿Pero a qué partido le beneficia más estas polémicas? Los resultados electorales en Badajoz hablan por sí solos.

Sin embargo los políticos deberían mirar más allá de las elecciones. La última encuesta del CIS pone de manifiesto el preocupante descrédito que sufre la clase política. Y más con la que está cayendo. Ahora, con los ajustes, tendrán de nuevo una fantástica ocasión para retratarse .