El deterioro de uno de los edificios más emblemáticos del casco antiguo pacense, el convento de las Adoratrices, sigue avanzando sin que nada ni nadie lo impida. El que fuera sede episcopal en la Edad Media ofrece ahora un aspecto ruinoso y destartalado en medio de la plaza de San José.

Ha transcurrido ya más de un año desde que concluyó la primera fase de su rehabilitación, que se centró en el exterior de la iglesia del convento, llamado también de San José, y aún no hay fecha fijada para las fases sucesivas, ni parece que la vaya a haber, de momento.

El vicario general del arzobispado, Sebastián González, reconoció que esta obra "no se ha abordado ni se ha presentado a la comisión mixta que integran la Junta de Extremadura y la Iglesia". Se trata de una actuación de un coste muy elevado, según dijo, que se abordaría "si por parte de la Junta y del arzobispado se dispusiese de recursos".

En este sentido, explicó que en estos momentos "no se está actuando sobre ningún edificio, ni hay ningún proyecto nuevo, porque no hay presupuestos. Estamos todavía agotando el dinero que queda de ejercicios anteriores".

Al mismo tiempo reconoció que el convento "está peor por dentro que por fuera", lo que hace que la comunidad de religiosas que lo habitan, una congregación de 25 monjas, estén viviendo "muy en precario".

María del Pilar Olivera, madre superiora de las Adoratrices, explicó que el suelo del convento está muy deteriorado, la solería está cuarteada y se levanta, y también hay humedades, "aunque el interior lo vamos manteniendo poco a poco, se pinta y se arregla alguna cosa", señaló.

La comunidad no tiene recursos para "parchear", aunque en el caso de tenerlos tampoco podría hacer nada, es un edificio protegido sobre el que decide Patrimonio.

En este inmueble hay además una residencia de estudiantes, que acoge a algunas de las alumnas que estudian en el centro de las Adoratrices, que imparte varios módulos de Formación Profesional, en los que este curso hay matriculados unos cien jóvenes.

En la primera fase de rehabilitación se sellaron fisuras y grietas y también se repusieron elementos ornamentales, carpintería y revocos en la fachada de la iglesia, el campanario y el patio exterior.

Estas obras, que se iniciaron con casi un año y medio de retraso, duraron nueve meses y fueron realizadas por la empresa Construcciones y Restauraciones Olivenza, bajo la dirección los arquitectos Jaime Olivera y Daniel Jiménez, con un importe de 132.298.

Sin embargo, Sebastián González calculó que la rehabilitación del convento, en las condiciones en las que se encuentra, no costará menos de 600.000 euros.

El exterior del inmueble se ve aún peor por el contraste con la iglesia restaurada y pintada.