TEtl título de esta columna es casi un plagio, porque hay un libro titulado ´El día antes de la felicidad´ (2009, Erri de Luca , Ed. Siruela) que he terminado de leer ahora. En esas palabras he inspirado las mías. Solo en eso, pues el tema nada tiene que ver con los personajes y ambiente que describe Luca. Pensaba en la manera que tienen las cosas de suceder, así, sin avisar. Eres una persona normal, más o menos feliz, con trabajo, casa, familia, tal vez un divorcio, quizás una ausencia. Asuntos frecuentes, algunos fáciles, otros no tanto, te ocupan los días. Sueñas unas noches y otras no recuerdas tus sueños. Tienes los suficientes amigos y menos enemigos, los necesarios para animarte un poco tu vida. Te diviertes bastante, lo justo, piensas, y eres muy capaz de llenar los ocios en tareas entretenidas, a veces, también interesantes. Disfrutas de viajes, de comidas, de unos tragos aunque dejaste de fumar hace tiempo -o no-. Cuando preguntan cómo estás, puedes decir muy bien y hacerlo satisfecha. En resumen, eres un individuo feliz. En esa rutina de la felicidad tranquila instalas tus días sin sospechar en absoluto del destino. Si eres un tipo con suerte así llegarás al final. Pero puede que no. Es posible que te salga al encuentro un mal asunto que desbarate tu vida y no vuelvas a saber reconocer a la felicidad. Puedes caer un día por la escalera y convertirte para siempre en tetrapléjico. Puedes equivocarte y, por eso, perder a quien amabas tanto. Puedes quedarte sin empleo o sufrir un accidente en carretera que provocó un borracho. El desplome de un avión puede acabar con toda tu familia-Muchas, muchas desgracias son posibles. De todas, las peores, las que menos se perdona uno a sí mismo son las provocadas por una negligencia propia. Imagino la vida de esa enfermera que erró con el catéter del bebé Rayan . Tenía un trabajo nuevo, una ilusión, mucho todavía por hacer. Pero un error ha convertido su vida en el día después de la felicidad.