Los musulmanes de la ciudad celebran en estos días el Ramadán , el noveno mes del año lunar de los mahometanos, en el que mantienen treinta días de ayuno riguroso desde el alba hasta la puesta de sol. Pero en contra de lo que se pueda pensar, esta abstinencia de alimentos y sexual nada tiene que ver con un castigo. Para los musulmanes es una fiesta, un momento de hermandad y de acercamiento a Dios.

El Ramadán no se reduce únicamente al ayuno. Para los musulmanes no tiene sentido el ayuno físico si no consiguen vivir "alejados de todas las maldades" y fortalecer su espíritu. Ellos consideran que cuando se debilita el cuerpo crece el espíritu.

El Corán exime del ayuno a los niños, los ancianos, las embarazadas y los enfermos.