Periodista

El alcalde, Miguel Celdrán, sorprendió esta semana tras una comparecencia prevista con una perorata no prevista, para salir al paso de declaraciones que días antes había vertido en algún medio el flamante portavoz socialista, Moisés Cayetano.

Celdrán puso bonito a Cayetano. Daba la impresión de que desde hacía tiempo se estaba guardando sus pensamientos en el estómago y que ese día tenía ganas de soltarlo todo, para no quedarse atrás de acusaciones que según él había escuchado de su ahora adversario político. No sé si llegó al insulto, porque desconozco desde dónde hasta dónde llega su definición, pero sí hizo unas acusaciones que considero graves, si no van acompañadas de las pruebas pertinentes. Entre otras lindezas, el alcalde dijo que Moisés estaba en el cargo que ahora ocupa a cambio de dinero y de "colocaciones". Lo dejó caer así, como quien no quiere la cosa.

Cuando Moisés Cayetano se enteró de lo que el alcalde había dicho ante muchos micrófonos, no se enfureció sino que se le cayó el alma a los pies, como diciendo: ¿qué he hecho yo para merecer esto?. Moisés, visiblemente contrariado porque alguien pueda lanzarle este tipo de dardos infundados, se apresuró a justificar que él no cobra nada por su cargo de portavoz, salvo las 30.000 pesetas estipuladas, entre otros motivos porque el alcalde no ha querido liberarlo. En cuanto a las "colocaciones", claramente pensó que Celdrán se refería al puesto que un familiar ha obtenido tras superar merecidamente un examen. Cayetano se preguntó qué pasaría si él se inventase algo pernicioso sobre la vida privada del alcalde.