Todo Cheles fue ayer un lamento. Los vecinos de esta localidad de 1.300 habitantes vivieron una de las jornadas más tristes que recuerdan en el pueblo. Despidieron a tres de sus vecinos: José Francisco Rodríguez Gallanas, de 19 años, su hermano Alfredo de 16, y David González Huertas, primo segundo de ambos, de 18 años, que perdieron la vida el día antes cuando el Seat Ibiza FR en el que viajaban se salió de la vía a 4 kilómetros de Cheles. Se dirigían a Villanueva del Fresno.

Las dos familias ´tocadas´ por la tragedia recibieron el calor de toda la comarca. Hasta Cheles se desplazaron numerosas personas de los pueblos vecinos, como Olivenza, Alconchel, --en cuyo instituto estudiaba Alfredo--, y Villanueva. También de Badajoz llegaron los compañeros de José Francisco Rodríguez, que trabajaba en el concesionario de Ford, de Antonio Bravo S. A., que cerró por la tarde para que los empleados pudiera asistir al funeral.

Antonio Jesús Sopa, vecino, amigo y compañero de José Francisco lo recordaba con tristeza. "Ibamos y veníamos juntos de Badajoz en coche, él llevaba en la empresa tres meses, comíamos juntos,... le voy a echar de menos", comentaba conteniendo las lágrimas. "Era una bellísima persona, siempre podías contar con él", añadió.

La noche fue dura y larga en el tanatorio de Olivenza, donde después de practicar la autopsia a los cuerpos fueron llevados a Cheles, que recibió a sus jóvenes vecinos en la Casa de la Cultura. Allí se instaló la capilla ardiente a petición de las familias, que en todo momento estuvieron atendidas por un equipo de Cruz Roja. La corporación municipal decretó tres días de luto y se suspendieron las clases.

HIJOS DE GANADEROS Durante toda la jornada se vivieron dramáticos momentos. Todas las miradas estaban puestas en la madre de José Francisco y Alfredo, Eduardi, una mujer rota por el dolor, a la que la suerte no le ha acompañado en su vida. Era muy joven cuando su marido murió por una enfermedad, quedándose con tres niños, el más pequeño, Alfredo, tenía 3 años. Toda su vida la dedicó a trabajar para sacar adelante a sus hijos. La acompañaba su hijo mayor, soldado profesional en el cuartel General Menacho, en Bótoa. Junto a ella en este amargo viaje la otra madre, Carlota.

Los tres jóvenes eran hijos de ganaderos, pasaron parte de su infancia en algunos cortijos donde sus padres trabajaban. Griselda recordaba sin poder contener el llanto a David, "éramos como hermanos, nos hemos criado juntos en un cortijo, mi hermano siempre iba con él y yo con su hermana Lorena".

El desgarro alcanzó su máxima expresión cuando los féretros salieron de la Casa de la Cultura para desplazarse hasta la iglesia, donde el vicario de la zona, Santiago Ruiz, ofició el funeral, al que asistió la delegada del Gobierno, Carmen Pereira. El vicario intentó poner unas palabras de esperanza "en esta celebración tan dolorosa" con el fin de que "ésta no sea una muerte tan inútil y nos enseñe a vivir con intensidad". El dolor se hizo más patente aún cuando los féretros salieron del pueblo hacia el camposanto.