La gente aguantó levantada porque había un partido de la Copa del Rey, del Real Madrid, eso salvó la vida a muchos, pudieron reaccionar a tiempo ante la avalancha de agua y lodo» que asoló Badajoz y Valverde de Leganés la madrugada del 6 al 7 de noviembre de 1997, recuerda José Martínez, presidente de la Confederación Hidrográfica del Guadiana (CHG), 20 años después de aquella oscura noche del fin del mundo que se llevó 25 vidas.

Entonces cayeron en Badajoz y su entorno 120 litros de agua por metro cuadrado, de Portugal a Extremadura, «en un tiempo cortísimo». «Recuerdo que a las doce de noche estuve en el puente sobre la confluencia de los arroyos Rivillas y Calamón y no tenían caudal, y de la una a las dos ya había desbordamientos», cuenta José Martínez.

Los badajocenses lo recuerdan como los hechos más trágicos de la historia contemporánea de la ciudad. Esa madrugada los arroyos recibieron un caudal de 750 metros cúbicos por segundo, por encima de la avenida de los 500 años, la mayor conocida hasta entonces y que era de 700 metros cúbicos por segundo.

Entre agua, lodo y ripios la corriente devoró y arrastró con ella la vida de 22 personas --tras encontrar a tres de las cuatro desaparecidas-- en Badajoz y tres en Valverde de Leganés, a quienes los vecinos de los barrios más afectados -Cerro de Reyes, sobre todo, también San Roque, Antonio Domínguez, carretera de Sevilla y Pardaleras— recuerdan cada año con un acto religioso y una ofrenda de flores que arrojan desde el puente de la BA-020 sobre el Rivillas, donde se une con el Calamón.

Toda la ciudad se movilizó, la juventud se volcó en ayudar como voluntarios donde les dejaban, profesionales sanitarios, de los cuerpos de emergencia, de las fuerzas de seguridad, técnicos, arquitectos, toda una sociedad, dolida y rota porque los muertos fueron muchos, pero entera y dispuesta a arrimar el hombro, se puso a trabajar y también sus representantes públicos, de las tres administraciones, que visto con la perspectiva de veinte años, supieron estar en su sitio, al menos en los momentos cruciales. No obstante, dos décadas después, a pesar de lo mucho que se ha realizado, aún quedan flecos pendientes.

SOLIDARIDAD / La solidaridad llegó en forma de trabajo y de donaciones desde toda Extremadura y toda España. La comunidad de Madrid cedió las primeras casas prefabricadas donde se instalaron los afectados que no tenían familiares con los que quedarse ni otras soluciones de vivienda.

Pensiones, hostales, hoteles, incluso casas particulares sirvieron para la primera corriente de acogida. Pero el primer albergue que se abrió, desde el instante cero, fue el antiguo Hospital del Perpetuo Socorro, para recibir a los afectados que perdieron sus casas, sus enseres, y muchos a familiares y seres queridos.

La mañana del día 7 fue desoladora; cuerpos sin vida entre el barro y los cascotes, casas arrancadas de cuajo, ripios esparcidos como si hubiese habido un bombardeo, campos y pueblos anegados, animales muertos, carreteras cortadas, comunicaciones interrumpidas; 25 muertes pesan demasiado.

La madrugada anterior hubo muchos gestos heroicos en medio de la tragedia. El temporal llegó como un armagedón. Hombres y mujeres arriesgaron sus vidas para salvar a sus hijos, a sus parejas, abuelos, o vecinos en una noche inerminable, hasta la mañana siguiente, en un amanecer de dolor y desolación. Ello no impidió que cada sector de la sociedad se pusiera en marcha, cada cuál desde su ámbito, y comenzaron las labores de asistencia sanitaria, psicológica, de las necesidades básicas, de limpieza, de organización, con visita del presidente del Gobierno, hasta organizar el sepelio, con asistencia de la familia real en los actos religiosos oficiados por el arzobispo y el clero pacense en un pabellón de la Granadilla a punto de estallar de silencioso y consternación.

REPARTO De TAREAS / Más tarde, las administraciones se repartieron el trabajo y mientras el Ministerio de Fomento asumía las labores de reordenación de los arroyos y sus entornos, ayuntamiento y Junta hacían lo propio para habilitar espacios y construir viviendas para realojar a quienes habían perdido las suyas, con actuaciones en la zona nueva de Cerro de Reyes, en Suerte de Saavedra, en Pardaleras y en Perpetuo Socorro.

También se puso en marcha la máquina administrativa, registros de personas y propiedades, situación de cada familia afectada, ayudas, soluciones temporales hasta normalizarse, relativamente, la vida cotidiana.

En poco más de dos años la Junta construye 1.245 viviendas nuevas en distintas zonas en un complejo proceso de intercambio, cuyos flecos aún quedan vivos en la vía judicial para establecer el valor de terrenos inmuebles de quienes no llegaron a un acuerdo en el periodo de expropiaciones. De ellas, 945 fueron para realojo de familias afectadas por la riada y las otras 320 restantes para otras promociones sociales.

OBRAS DE LA CHG / Hasta el día de hoy, la CHG ha destinado a proyectos de su competencia 25.889.251 euros a ejecución de la obra de reordenación y ampliación de cauces y entornos de los arroyos que se desbordaron, y 47.331.950 euros a expropiaciones para poder llevar a cabo las obras que debían ejecutar, según datos actualizados del propio organismo de la cuenca, aportados por José Martínez.

Hoy, de darse unas circunstancias similares a las de aquella noche «no se producirían aquellos daños», debido a que los cauces ahora están limpios, sin obstáculos, y se han dejado preparados para asumir un caudal superior al de las avenidas de 500 años; «tendría que ser mayor para que hubiera desbordamientos en el Rivillas y el Calamón», aunque «eso no quiere decir que no pueda pasar mañana, dentro de un mes o dos años», apostilló.

Martínez, recuerda que tras acudir al puente del Rivillas, pasó «la madrugada en la delegación del Gobierno trabajando con técnicos, concejales, grupos de seguridad y emergencia buscando soluciones». Se cortó el fluido eléctrico, el agua desbordó las vía y terrenos del entorno de los arroyos Rivillas y Calamón; se desbordo el Limonetes y el Ejército tuevo que evacuar Balboa.

Sobre tragedia similares, José Martínez señala que «tan graves como ésta ha habido pocas; en el 82 en el País Vasco, la presa de Tous, con el Turia en Valencia en los 60, o en Tarrasa entre los 50 y los 60».

Así es que, sobre la posibilidad de una situación similar a la de hace 20 años, afirma Martínez que «es difícil de predecir, pero los cauces están ahora expeditos, limpios, sin obstáculos, con márgenes capaces de absorber el caudal de los 500 años; otra cosa es que lleguen 1.500 metros cúbicos por segundo». E indica la importancia «de evitar urbanismos desbordados como los de los años 60, y más en los cauces».

Cabe recordar que las inundaciones de 1997 la originaron los arroyos Rivillas y Calamón, no el Guadiana, «que se comportó». Lo cierto es que la crecida del Rivillas no coincidió con la del Guadiana, que se produjo la tarde del día 7 a las 16.00 horas. Si hubieran coincidido, el cauce del Guadiana habría hecho de muro de contención y los problemas habrían sido mayores porque el Rivillas no habría podido desaguar. Esas circunstancias, ese desfase, favoreció que no se inundaran más zonas y la tragedia no fuera mayor.

AYUNTAMIENTO / «Cuando se cumplen 20 años de la fatídica y triste noche que afectó a la ciudad, con la pérdida irreparable de vidas, el ayuntamiento ha realizado «una ingente labor, con la adquisición de propiedades y viviendas afectadas que le corresponden», manifestó Rosario Gómez de la Peña, concejala de Vivienda del Ayuntamiento de Badajoz.

Ese proceso se inició en el 2003, «una vez que se terminó el realojo con las viviendas construidas». A todo el que se le ofreció una casa nueva y acabó en realojo, se le valoró su propiedad para proceder a cambios, compras o expropiaciones, aunque «no todos estuvieron de acuerdo y lo aceptaron», afirmó. No obstante, aún hay familias que ocupan sus viviendas en esa zona.

La línea calificada como inundable por los técnicos de la Junta dividió la zona afectada en dos, una expropiada por la CHG para adecuar las márgenes de los arroyos Rivillas y Calamón, y otra zona que correspondía al ayuntamiento por adquisición o expropiación, explicó De la Peña.

Hasta la fecha, «a todos los que decidieron vender sus propiedades, el ayuntamiento les ha atendido de inmediato, a todos ellos. Y al resto, cuando las vaya adquiriendo o se acuda a expropiación forzosa», afirmó.

En la actualidad, algunas de esas viviendas están ocupadas por sus propietarios y otras por otras personas que se encuentran en régimen de alquiler, según la concejala, quien anunció que «para determinar las viviendas que continúan ocupadas, el ayuntamiento tiene previsto iniciar un estudio exhaustivo para controlar exactamente las que quedan en pie en qué estado se encuentran».

«Hubo que afrontar la adquisición de muchas propiedades de forma imprevista, y hubo que hacer demoliciones y adquisiciones de esas viviendas». Desde entonces hasta hoy, el ayuntamiento lleva invertidos, entre adquisición de viviendas, locales, cocheras y solares afectados por la riada, así como la demolición y posterior arreglo de medianeras, 8.569.063,31 euros, siempre en función de las valoraciones que se hicieron en el año 2003, según indicó la concejala.

Así, hasta la fecha, se han adquirido 237 propiedades; además, se están realizando por el Servicio de Gabinete de Proyectos seis estudios de demolición de las últimas propiedades adquiridas; están pendientes de firmar las escrituras de adquisición de otras 4 propiedades, que hay que proceder después a demolerlas, por importe de 188.409,24 euros. (Estas ya figuran entre la 237 del total).

Quedan pendientes de adquisición 106 propiedades (viviendas, garajes, trasteros, locales y solares), por importe de 4.303.199,32 euros. De este modo, lo gastado a día de hoy, directamente en actuaciones a causa de la riada por el ayuntamiento, asciende a 8.569.063,31 euros, aunque el total previsto es de 13 millones.