Los dos edificios (los inmuebles 11 y 13) que se vinieron abajo a finales del pasado mes de mayo en la calle San Juan y donde posteriormente fue apuntalada una de las fachadas por exigencia del ayuntamiento, siguen en la misma situación cinco meses después de los derrumbes, para lamento de comerciantes y vecinos. El presidente de la Asociación de Empresarios del Casco Antiguo, Jacinto Mendoza, informó ayer a este diario de que ya han solicitado una reunión con el ayuntamiento porque la situación "empieza a ser preocupante" dado que, según apuntó, en principio les dijeron que en ocho semanas la calle estaría liberada.

Mendoza mencionó que existe "preocupación" entre los comerciantes porque se acerca la campaña de Navidad y la calle sigue con los apuntalamientos y, por otra parte, los vecinos también se guejan por la inseguridad que esta obra representa y por la falta de limpieza. La suciedad se ha convertido en un problema porque las vallas colocadas para proteger los apuntalamientos sirven de redil para verter residuos, botellas e incluso para que algunos hagan allí sus necesidades, según cuenta José Redondo, de la tienda de ropa situada enfrente.

Tal es el mal aspecto que muchos días presenta y el hedor que desprende que los propios comerciantes están costeando la limpieza, aunque según Mendoza ya el ayuntamiento ha aceptado realizar esta tarea.

Sin embargo, parece que la calle San Juan va a tardar en volver a la normalidad. Según el dueño de uno de los edificios, Juan Antonio Espejo, al menos hasta marzo no podrán empezar la obra de reconstrucción y cree que los trabajos en el inmueble contiguo se realizarán a la par. De momento, aún están en "negociaciones" las dos propiedades, viendo las pólizas de seguros que concurren y además tienen que presentar un nuevo proyecto en el ayuntamiento porque el que realizaron antes del derribo era de rehabilitación.

Cuando ocurrieron los derrumbes, cinco locales tuvieron que cerrar diez días. Redondo contaba ayer que "en general" la situación de la calle les afecta porque tienen menos negocio. "Nos está causando mucho perjuicio, no entiendo que haya una casa derruida abandonada en medio de una calle comercial", se lamentaba Sergio, de Casa Espada. "Aquí nadie tiene prisa, ni la Administración ni los propietarios", se quejaba.