Eran las cinco de la tarde del Día de San Juan cuando en la sala del 091 de la Policía Nacional se recibía la llamada de una mujer diciendo que iba a arrojarse desde el puente de Palmas y que lo comunicaba para evitar que sus familiares la buscasen. Cuando recibieron el aviso, José y Abraham, los dos policías nacionales que le acabaron salvando la vida, se encontraban en la comisaría, muy cerca de allí.

Rápidamente se desplazaron al lugar, dejaron el vehículo a una distancia prudente y se fueron acercando muy despacio hacia la mujer, que estaba subida a la barandilla. Cuando se percató de su presencia, ella les conminó a que se marcharan, aunque consiguieron entablar una breve conversación con ella.

Pese a sus esfuerzos por convencerla de que cesase en sus intenciones, la mujer, que ya estaba al otro lado de la barandilla, les dijo que «si nos acercábamos un paso más se lanzaba al vacio». Acto seguido miró hacia abajo y se soltó para caer de espaldas. Los policías se abalanzaron entonces de un salto sobre ella y lograron asirla por los brazos y la camiseta cuando ya estaba en el aire. «Gracias a que la barandilla es alta y pudimos meter las piernas entre los barrotes para sujetarnos, si no podríamos haber caído con ella», explicaron ayer los agentes.

La mujer opuso resistencia en todo momento e incluso intentó zafarse de los policías una vez en el puente para tratar de conseguir de nuevo su objetivo. Por ello, la alejaron rápidamente de la zona y fue trasladada al hospital.

Aunque han intervenido en otras actuaciones similares con anterioridad —ambos llevan 13 años en el cuerpo— aseguraron que nunca antes lo habían hecho en un caso tan extremo. «Nada más llegar tuvimos claro que quería arrojarse, había elegido una zona en la que debajo no había agua, sino hormigón», apuntaron los agentes, que sabían que si hacían cualquier movimiento en falso el desenlace podría ser trágico. En esos momentos solo pensaron en salvar la vida a una persona, perdieron la noción del tiempo, actuaron teniendo en cuenta su experiencia y formación, pero también guiados por su instinto.

Esta intervención con final feliz supone una «satisfacción personal» para ambos, que han recibido felicitaciones de compañeros y mandos y también el agradecimiento de la mujer a la que salvaron la vida, a la que visitaron tras lo ocurrido en el hospital.