Uno de los hechos más alarmantes que se han producido en las últimas semanas en nuestro país ha sido la muerte de una niña de tan sólo doce años por coma etílico.

Incluso pocos días después otra de trece años tuvo que ser ingresada en un hospital por el mismo motivo, aunque afortunadamente ésta niña pudo contarlo.

Dos situaciones muy tristes y lamentables producidas por el consumo de alcohol, que de nuevo ha puesto en jaque a toda la sociedad ante un problema gravísimo que lejos de solucionarse parece que empeora.

Las cifras que arrojan las encuestas sobre consumo de alcohol entre menores son realmente escalofriantes y conviene no olvidarlas.

El 80% de los jóvenes entre 14 y 18 han consumido alguna vez alcohol. El 32% lo ha hecho además de manera abundante y en poco tiempo, lo que los expertos llaman atracón y que es la situación más nociva para los chavales.

El 22,2% de los que van al botellón se emborracharon en este último año. Y de ellos 5000 tuvieron que ser ingresados en algún hospital.

Y como dato concluyente sobre la gravedad del problema, es que según el Ministerio de Sanidad los españoles comenzamos a beber alcohol es a los 13,9 años. Es decir, siendo unos niños.

A la luz de esta realidad es evidente que lo hecho hasta ahora para limitar el consumo de alcohol entre los menores no ha servido para nada.

Y lo que es peor: si nos limitamos a adaptar el marco normativo a la realidad actual de nuestros jóvenes, como se está anunciando, tampoco vamos a avanzar mucho.

La solución no es fácil. Vivimos en una sociedad con un alto grado de tolerancia ante esta “droga legal”.

Somos los padres los primeros que de manera normalizada consumimos alcohol delante de nuestros hijos. Las cañitas del mediodía, un vinito comiendo, etc. Forma parte de nuestra cultura.

Hay que poner toda la carne en el asador. Hará falta sobre todo consenso e inversión. Es urgente, al menos, elevar la edad en la que los chavales comienzan a tomar alcohol.

Mientras tanto no estaría mal que todos estuviéramos más vigilantes ante las fiestas que se avecinan.