Desde ayer, el nuevo presidente de la Confederación Hidrográfica del Guadiana (CHG) es José Martínez Jiménez, hasta ahora director técnico de este organismo. Sustituye en el cargo a José Díaz Mora por su jubilación y goza de una amplia experiencia en este organismo, que avala su trayectoria profesional. José Martínez ocupaba hasta ahora el puesto de director técnico de la CHG, donde ha desempeñado distintas funciones. Desde 1995 hasta el 2001 fue jefe de área del Dominio Público Hidráulico, hasta que fue nombrado Comisario de Aguas, puesto que dejó en el 2003 para ocupar el de director técnico. Es ingeniero de Caminos, Canales y Puertos por la Universidad Politécnica de Madrid y pertenece desde 1989 al Cuerpo de Ingeniero de Caminos del Estado, de cuyo colegio profesional fue elegido decano en Extremadura en el 2009.

Con esta carrera vinculada al organismo de la cuenca, afirma que en el cargo que ahora ocupa su actividad será «nueva y con unas responsabilidades distintas», según manifestó ayer a este diario tras hacerse público su nombramiento, desde el que intentará poner el marcha los asuntos pendientes. Nunca se ha considerado político, porque sus labores se han desarrollado desde el punto de vista técnico y ha trabajado con presidentes nombrados por gobiernos de distintos partidos que han pedido su colaboración, ocupando un cargo de libre designación. «Hasta ahora todos han confiado en mí y creo que yo les he sido fiel en lo que he podido aportarles».

Los grandes retos que se plantea son los propios de la gestión del agua para que haya recursos suficientes desde todos los puntos de vista, tanto para la agricultura, como abastecimiento y otros usos, mejorar la calidad del agua y sacar adelante el Plan Hidrológico, que está en fase de revisión.

Son las competencias propias de este organismo. Pero a la vista del ciudadano, uno de los grandes problemas a los que se enfrenta la CHG es la proliferación del camalote y del nenúfar mexicano, dos especies invasoras contra las que no acaba de encontrar una solución para erradicarlas. «Lo que estamos haciendo desde el 2004 es tratar de pelearnos con ellas y como en toda pelea unas veces vamos mal y otras veces, peor». «Afortunadamente», en esta lucha acaba de confirmarse «un apoyo importante» con la encomienda a Tragsa que supondrá el incremento de personal y de medios para tratar de erradicar el camalote, que se regenera a una mayor velocidad. Por otra parte, tratar de buscar soluciones para intentar eliminar el nenúfar mexicano que «por suerte o por desgracia está muy centrado en el tramo urbano de Badajoz». José Martínez no cree que el organismo responsable de la cuenca del Guadiana haya reaccionado tarde a la presencia de estas especies invasoras. Recuerda que cuando apareció el camalote por primera vez «era desconocido totalmente» y se empezó a estudiar cómo había llegado. Se introdujo porque se comercializaba como una planta ornamental y en países fríos no supone un problema. Pero en España, con un clima propicio y con nutrientes de las aguas del río, en primavera eclosiona y es difícil combatirla. «Erradicarla es difícil porque siempre podrá quedar alguna semilla y cuando se den las circunstancias propicias volverá a crecer, por lo que debemos tener un seguimiento continuo para minimizar esa eclosión y en caso de que se produzca, retirarla inmediatamente».

Algunos métodos empleados han generado críticas. Ocurrió cuando se acordó el uso de glifosato como herbicida, lo que valió a Ecologistas en Acción para conceder a la CHG el premio Atila. José Martínez apunta que es un punto de vista y que se trató de una prueba de acuerdo con la Junta de Extremadura y Ayuntamiento de Badajoz. «Con el revuelo que se armó, optamos por parar y buscar otras soluciones que por ahora no tenemos nada claras».

Pero no es la única preocupación que el nuevo presidente de la CHG tiene sobre la mesa. Los cuatro últimos años de sequía hacen prever que, si la naturaleza no colabora, pronto habrá que tomar decisiones sobre el uso de los recursos hídricos. José Martínez parece optimista. Afirma que «afortudamente» la cuenca del Guadiana, sobre todo en Extremadura, «tiene una regulación muy buena». Los embalses están interconectados y eso supone una flexibilización a la hora de utilizar los recursos. Reconoce sin embargo que cuando termine la campaña, si no llueve, habrá que replantearse y analizar con cuidaddo el destino del agua, para garantizar en primer lugar el abastecimiento, mantener un nivel ecológico y el resto destinarlo al uso agrícola.