Llegaron con la timidez propia del primer día, pero los monitores no estaban dispuestos a que perdiesen un minuto de diversión y en poco tiempo estaban todos jugando. Un verano más se repite en Badajoz la iniciativa de los Espacios Educativos Saludables, que dependen de la Junta de Extremadura y gestiona Cruz Roja. En la ciudad, se han habilitado tres para un centenar de niños, en los colegios General Navarro, Nuestra Señora de Bótoa y Nuestra Señora de Fátima, este último en la Margen Derecha. El Bótoa es el colegio que dispone de más espacio, para 40 niños. Una docena se ha quedado en lista de espera y Cruz Roja está pendientes de que se regularice toda la información.

Al General Navarro acudieron ayer 15 niños de los 30 que se esperaban, por la coincidencia de la feria y citas médicas que tenían concertadas, según explicó el monitor Alex Millán. Se incorporarán a lo largo de la semana. Fueron puntuales, realizaron un taller para conocerse, desayunaron y a media mañana jugaron en el patio, «con actividades en las que todos participan y les cogen gustillo, nosotros también». Son niños de todas las edades, de 4 a 14 años. Varios presentan alguna discapacidad y los monitores les buscan otras tareas o entretenimientos que desarrollan integrados con los demás. Ayer se incorporaron dos niños en sillas de ruedas y en unos días acudirán dos menores con autismo, junto con personal de apoyo. Todos los niños acudirán un día a la semana a la piscina municipal.

Es la primera vez que el General Navarro es sede de esta iniciativa y aunque es un centro pequeño, ofrece las ventajas de que el comedor es amplio y está adaptado, además de la movilidad, pues está situado al lado de la estación de autobuses urbanos, junto al paseo de San Francisco y cerca del parque de Castelar. «Tenemos más comodidades que los otros compañeros», señala el monitor. Algunos de los pequeños repiten esta experiencia. En el General Navarro, el 80%. La jornada empieza a las 9.00 de la mañana y se marchan a partir de las 14.30 horas, a medida que terminan de comer. Millán explica que cada año cambia el programa, que cumple cuatro ediciones, «porque vamos viendo cosas que hay que mejorar». Para este monitor, «el ocio para los niños en verano es una necesidad». Estos espacios ofrecen este recurso a quien no puede costearlo.