TLtos cuerpos elásticos recuperan el estado inicial cuando desaparece la fuerza externa que los modificaba, creo recordar que decía la física. Luego pasan los tiempos, dejas atrás el cole, y te das cuenta de que para ser elástico, ni siquiera hace falta ser un cuerpo y que también hay cuerpos que nunca se recuperan, como los nuestros a la vuelta del verano. En cambio, el paro sí que es elástico: disminuye un rato con los parches del Gobierno y vuelve a su sitio una vez agotado el parche. O la bolsa, que sube y luego baja. La elasticidad puede ser buena o mala, según. A veces está bien variar y mantener para siempre la variación. El progreso --como la historia--, en el fondo, nunca debería ser elástico, porque si uno avanza y luego retrocede para quedarse igual, poco progresa. Por eso, el progreso y la historia tienen que admitir innovaciones llamadas a permanecer aunque deformen su estado inicial. Lo que pasa es que lo de innovar tiene su peligro, y en ocasiones las novedades son más bien bodrios, chapuzas y/o pegotes, como lo del plan E. Estos días protestan los amigos de Badajoz porque el gobierno local tiene pensado hacer un edificio de cristal en la plaza Alta. Y dicen que va contra no sé qué ordenanzas y normas y que una cosa así no tiene cabida en la alcurnia histórica de la plaza. Salvando las distancias, me viene a la cabeza el patio del palacio del Louvre con sus turistas, su museo, su historia, su grandeur y... ¡su pirámide de cristal! La puso allí Miterrand y la diseñó un chino para bien de la historia y del progreso y para eliminar las colas de acceso al museo más visitado del mundo. Así que, aunque aún escasean los turistas por nuestra plaza, no veo el mal que le haría un poquito de cristal. Excepto, claro está, que el proyecto sea un bodrio, una chapuza o un pegote de esos que, para nuestro infortunio, abundan tanto a este lado del Guadiana. Volviendo a la elasticidad: septiembre elástico, recuperándose. Otra vez curso y trabajo. Adiós verano.