A Juan Francisco Vera, a su mujer y a sus hijas les encantan los perros y los consideran miembros de su familia. Tienen tres, ya ancianos: Roy, de 15 años, Mara, de 12, y Odra de 6, con los que viven en un chalet de Las Vaguadas. Justo en la vivienda de al lado viven Manuel Fernández y su mujer, desesperados por las molestias que según denuncian les causan los ladridos de estos animales y enarbolan su derecho "al descanso y al silencio".

La historia de este litigio ya salió en la prensa hace meses, pero a instancias del denunciante, que se quejó de que llevaba años sin que el ayuntamiento le hiciese caso. Ahora que el expediente ha salido adelante, es el denunciado el que reprocha trato de favor.

La guerra dura desde mayo del 2005 y la última batalla se libró ayer en casa del denunciado, que había sido avisado de que a las diez de la mañana irían a su domicilio trabajadores de la perrera municipal a llevarse a los animales, pero Juan Francisco Vera estaba preparado para no dejarles pasar. Se presentaron varios policías locales y el propietario les pidió un mandamiento judicial para que entrasen, que los agentes no llevaban, levantaron acta y se fueron. En previsión de lo que pudiera ocurrir, el denunciado ya se había llevado a los perros al domicilio de un amigo y avisó a la prensa.

Juan Francisco está pendiente de que se resuelva un contencioso administrativo y ayer amenazó con que si vuelven, está dispuesto a que los sacrifique en su casa un veterinario de forma indolora, antes de que se los lleven a la perrera y allí los maten, pues sabe que nadie adoptará a unos animales de su edad. "Mis perros vivos no salen de mi casa", dijo. Juan Francisco mostró la perrera donde viven sus animales, en la parte posterior de la casa, en perfectas condiciones de higiene. Según su dueño, los perros disfrutan del jardín, como el resto de la familia, cuando hay alguien en casa, y por la noche duermen en sus jaulas.

El artículo 6 de la ordenanza municipal de tenencia de animales señala que "se autoriza en los domicilios siempre que no causen molestias a los vecinos que no sean las derivadas de la naturaleza misma del animal", a lo que este hombre añade que, lo normal, es que "los perros ladren".

Manuel Fernández aduce que llevan cuatro meses esperando que su vecino cumpla la resolución del consistorio.