Las denostadas redes sociales, que tienen todo lo bueno y lo malo de la sociedad en cuanto a información, han dado lugar a una interesante discusión, en lo que tiene de científica, aunque el nivel no sea el habitual en los temas locales badajocenses. Se trataba de una opinión sobre el acabado que se le ha dado a parte del exterior de la iglesia de San Agustín. En cuestiones estéticas hay tantas opiniones como colores y hasta las más estrambóticas son respetables, aun siendo inaplicables. La citada iglesia ha quedado como un pastel de nata, con seguimiento arqueológico y todo. Ya envejecerá. Pero hay otros matices merecedores de respuesta. Las preguntas las hizo el párroco en la prensa.

Como saben, gracias a un estudio que llevé a cabo con dos colegas y varios alumnos de la Facultad de Arquitectura de Berlín -los gastos los compartió la institución universitaria alemana y la empresa badajocense Alamut, S. L.- llegamos a la conclusión de que el solar donde hoy se levanta la iglesia fue el de la mezquita mayor de Batalyaws. Algunos de los argumentos están publicados y se explicaron hace tiempo en una conferencia en la Económica. Murmullos, muchos; antítesis razonadas, pocas. Enterado hubo que argumentó, por escrito, la imposibilidad de la teoría en base a la costumbre cristiana de derribar las aljamas para levantar iglesias-catedrales de nueva planta. Se olvidó del caso de Córdoba, y, sobre todo, del simbólico de Toledo. Aquí, la aljama tardó mucho en desaparecer. Fue sustituida, según las finanzas de la catedral lo permitían. Por eso la obra se inició en el XIII y se acabó en el XVI. No fue caso único. Lo mismo sucedió en San Agustín, especialmente a comienzos del XVIII y aquí cerquita. Pese a haber una aljama no se convirtió en catedral de la ciudad leonesa. Por dos motivos: porque Alfonso IX no estaba seguro de poder conservar la plaza después de 1230 y el oratorio no estaba bien protegido y porque los almohades, habiendo ampliado la antigua mezquita privada de Ibn Marwan y de los aftasíes, dieron lugar, sin pretenderlo, a la instalación allí del templo cristiano. El espacio no era todo lo grande que se requería, pero estaba protegido por la alcazaba. Sigo en la próxima.