TStinónimos de escándalo: alboroto, griterío, vocerío, barahúnda, jarana, follón, tumulto, confusión, altercado, disputa, gresca, desenfreno, descaro, desvergüenza, inmoralidad y provocación. Puede que nos interesen mucho las historias de Anacleto agente secreto, la marcha de la liga de fútbol, el proamericanismo que de golpe les ha sobrevenido a toda esa pandilla de antis de toda la vida y, qué sé yo, la última novia de ése juguete roto que es hijo y hermano de toreros y que siempre acaba lidiando con la más fea. Todo forma parte de esa maquiavélica estrategia de confundir, de tergiversar, de ocultar, de embroncar, de manipular para que parezca que no pasa nada, que lo que sucede es culpa del expresidente norteamericano mientras que las soluciones sólo se le ocurren al presidente socialdemócrata español. Las cosas son así. Nos quedamos en la epidermis, en el gesto, en el vocerío, en el teatro pero nadie pasa a la acción, nadie lee más de dos líneas del guión, nadie interpreta ni investiga ni estudia. La ignorancia genera atrevidos; la desinformación, personas felices.

Nadie levanta la voz para decir alto y claro que España se hunde en el abismo. El número de parados alcanza los 3.207.900, con una tasa de desempleo del 13,91%, la más alta de toda la Unión Europea, el 17,96% en Extremadura y el 19,92% en la provincia de Badajoz. Es un escándalo que se gobierne con un vicepresidente de un gobierno autónomo que va abriendo con nuestro dinero embajadas catalanas por todo el mundo, despreciando a España y a los españoles. Es un escándalo que se salve financieramente a los bancos con mis impuestos y los bancos no den ni un crédito a nadie. Es un escándalo que sólo interese el conflicto de Gaza pero nadie mueve un pelo por el de Georgia, Darfur o Ruanda. Es un escándalo que se ponga la memoria histórica para reivindicar una valla en el cementerio cuando se calló al derruir la vieja plaza de toros. Y es un escándalo de proporciones siderales que se prometiera, alardeara y reafirmara el Ave para Badajoz y Extremadura en el 2010 y ahora ya hablen del 2013 sin ni siquiera sonrojarse. Peor aún, echándole la culpa a los demás.

Nadie dimite ni pide perdón ni rectifica ni propone con la humildad del que se sabe errado. El pueblo sólo merece la bazofia de la soberbia y el veneno de la vacuidad mediática.