Los niños fueron ayer los protagonistas en la fiesta de las cruces de mayo que celebró San Roque. Los escolares participaron en la elaboración de las cruces y visitaron los 16 altares que se instalaron en distintas calles del barrio.

Desde primeras horas, los vecinos sacaron a la calle la mesa, las velas, el lienzo y las flores con las que prepararon el altar, sobre el que colocaron la cruz de flores.

Esta tradición, que se remonta a hace más de dos décadas, según los mayores del lugar, fue impulsada hace unos años por la asociación de vecinos, con el apoyo de las parroquias, los colegios y la cofradía de Santo Cristo de la Paz.

El párroco de la iglesia de San Roque, Luis Romero, que bendijo los altares, calificó la jornada como "un día de convivencia bonito para los niños y los vecinos, que lo viven como una fiesta".

En el colegio de la Soledad los alumnos hicieron ofrendas ante la cruz y algunos interpretaron varias piezas musicales. "En esta celebración suelen coincidir tres elementos: tradición, cultura y religión, por eso hay una parte religiosa y otra pagana", según Juan José Matilla, director del colegio.

Los más mayores, como Elvira Nieto, María de la Sierra Torre y Josefa Martínez, de 87, 81 y 96 años, también participaron. Estas vecinas hicieron durante varios días las flores de papel de la cruz del altar del patio de la iglesia. Son alumnas del aula de mayores y suelen realizar manualidades con las que recaudan fondos para la oenegé Gota de Agua, que trabaja en Ruanda.

Juana Benítez, vecina de la calle Porvernir, número 12, instala un altar en la puerta de su casa desde hace 12 años, "me iniciaron otras compañeras y aunque me quedé sola sigo poniendo la cruz, me hace ilusión y lo hago en memoria de Quica, una vecina que falleció".