La escritora Espido Freire presentó ayer en la Feria del Libro de Badajoz su última novela, Llamadme Alejandra, en la que acerca al lector a la figura de Alejandra Romanova (1872-1918), quien, pese a haber estado en el centro de especulaciones y misterios, era hasta ahora una gran desconocida y sobre la que la autora ofrece «una mirada personal». «Para bien o para mal, lo que nos encontramos es una voz casi real de una mujer de la realeza, pero que no deja de ser una madre, una esposa y una muchacha preocupada, que atravesó una situación de angustia y ansiedad que acabó en su muerte», explicó la ganadora del Premio Azorín 2017.

En las páginas de su novela, Freire descubre a la última zarina, nieta de la emperatriz Victoria de Inglaterra, que bajo la arrogancia que veía el pueblo desde fuera, escondía una timidez casi patológica y un principio de fobia social. «Como saben muy bien los tímidos, a veces son tomados por chulos o arrogantes, cuando lo que tienen es pánico de enfrentarse a una situación». A Alejandra no le gustaba someterse a la exposición pública, pese a ser emperatriz, frente a su suegra «que era un animal social y había nacido para brillar. En el enfrentamiento que había entre suegra y nuera, ella salió perdiendo y se refugió en su círculo íntimo», relató Freire. «Nosotros, como testigos de esta historia, vemos el interior y el exterior, pero en su caso jugaban todas las cartas en contra», añadió.

Aunque no rigió, la escritora reivindica el derecho de las mujeres sin un pasado glorioso a que su historia sea contada. «Fue muy llamativa y una de las mujeres más conocidas de su tiempo, pero a la hora de la verdad no hizo gran cosa, porque era reina consorte y porque las decisiones que se le achacan no fueron particularmente brillantes. A mí me gustan mucho las personas con errores y las rectificaciones, el camino que nos lleva a construirnos en otra cosa. Eso hace que me aleje de heroínas perfectas. De hecho, ninguna de mis novelas gira en torno a una mujer o un hombre que sean perfectos», dijo.

La atracción de la autora por Alejandra Romanova se remonta a su infancia. Por casualidad se topó con su reseña en una enciclopedia y despertó su interés. Con el tiempo continuó investigando y hace 13 años se planteó escribir una historia sobre ella. «El resultado de esa preocupación de niña y esa investigación de adulta es esta novela», dijo.

Durante este tiempo, Espido Freire ha publicado otros títulos, mientras Llamadme Alejandra continuaba acompañándola. Una vez publicada la novela , sigue trabajando en otros proyectos en los que se ha ido embarcando a lo largo de estos 13 años. «Es una manera de trabajar, precisamente, para evitar el horror vacui, porque debe ser muy desagradable. Yo siempre he intentado tener la cabeza ocupada con mil cosas y ahora estoy con proyectos de literatura medieval, infantil y teatro», explicó la autora en su encuentro con la prensa.