Burro grande, ande o no ande. Eso parecen creerse todos esos arabistas de ocasión que han brotado en Badajoz como setas al amparo del Milenio. Claro que si el alcalde dice lo que dice ante un auditorio versado en el mundo árabe e islámico, por qué no lo va a hacer cualquier hijo de vecino. Peor no van a quedar. Y, además, las setas comestibles son riquísimas. El Milenio es para eso como los "boletus edulis" que, de repente y sin saber por qué, llenan los bares de aquí. Resulta que el reino taifa de Batalyús fue importante por ser uno de los más extensos. ¡Vaya por Dios! Efectivamente era muy dilatado y, durante el año que se anexionó al de Tulaytula -Toledo- el de mayor superficie. Pero cuidado, el dichoso reino era un desierto, salpicado de muy pocos núcleos urbanos y de varios castillos. Ya nos gustaría saber cómo era su estructura rural, pero sin investigaciones serias va a ser difícil. No debía haber mucha diferencia con la actualidad. El celebrado reino tampoco tenía AVE.

Si ese principado fue importante se debió a su capital, que ya era plaza fuerte y centro administrativo destacado. Se llamaba Batalyús, no Badajoz, que son cosas distintas. La ciudad se encontró, merced a un régimen político débil, pero estable, convertida en un importante núcleo comercial en el cruce de los caminos que iban, kilómetro arriba o abajo, de Lisboa a Valencia y en plena Vía de la Plata. Sí, la Vía de la Plata no sólo pasó por Marida -Mérida-. En época árabe y aun sin puente se desvió por Batalyús. En al-Andalus no todos los caminos iban a Marida. El Wadi Ana se cruzaba por aquí. Comprenderán que el comercio dejaba muy buenos dividendos en este lugar y, gracias a ellos, la oligarquía se enriquecía y sujetaba a una dinastía local de intrusos. Cuando ésta, los famosos aftasíes, demostró ser incapaz de asegurar la estabilidad hubo que acabar con ella y llamar a los almorávides - ¡consejera, almorávides! -, que acabaron con todo. Incluso con el esplendor de la ciudad. Ese que tanto y con tan florido verbo glosan los cronistas, convencidos, como están, de que Badajoz, no Batalyús, es una unidad de destino en lo universal. Vamos que esto era como el mapamundi de Bilbao, del ingenioso vizcaíno.