Asusta la inestabilidad a política que se vive en Cataluña. Y es ahora que estamos viviendo tan de cerca las consecuencias a la que cualquier sociedad democrática está expuesta por culpa del nefasto ejercicio de la política cuando valoramos más aún, si cabe, a aquellos políticos capaces de dialogar, de pactar y de buscar lo mejor para los ciudadanos que les han votado.

De hecho gracias a esa capacidad de diálogo y de acuerdo que han demostrado los partidos constitucionalistas de este país, la locura independentista no ido a más; aunque seguirán dando la matraca por algún tiempo.

Por tanto la inestabilidad política en la que Cataluña lleva instalada desde hace varios meses sólo ha llevado a enfrentamientos sociales, a una quiebra institucional y a una crisis económica.

Y sin duda Cataluña es el máximo exponente del retroceso que cualquier sociedad puede sufrir por culpa del enfrentamiento político. Pero hay casos muy cercanos y sonados de como resulta imposible avanzar en la mejora de una ciudad cuando hay que dedicar más tiempo a la «guerra de guerrillas» entre políticos que a mejorar los servicios a los ciudadanos.

Por tanto ahora que se termina el año y que llega el momento de los buenos propósitos para el que viene, sería deseable que los partidos se propusieran mantener cierta estabilidad política. Lo cual, por supuesto, no significa renunciar a la sana y necesaria disputa ideológica.

Y aunque el 2018 es año preelectoral, no debemos perder las esperanzas. Los que gobiernan intentarán conseguir el mayor número de logros posibles; eso le podría garantizar la reelección. Mientras que la oposición no podrá oponerse frontalmente a esas mejoras a riesgo de ser vistos como freno al desarrollo.