TDte carteles vamos bien. Feria como para Badajoz y aún más. Con campanillas, como debe ser. Aquí es donde se dice eso de- la buena mano de Pepe y Joaquín . Joaquín y Pepe. El alimón más cuajadito de la raya y de las vegas. Que no por repetido deja de ser verdad. A ellos debemos el que la Feria de San Juan abandonase la cara de hambre de hará veinte años. Se acabó la cochambre. ¡Ahí es ná! Alegría en los carteles, alegría en los aficionados,- Alegría en los corazones, esa que alimenta más que el caldillo. Alégrense. Vayan caminito del coso de Pardaleras. Charlen, discutan, fájense en el cuerpo a cuerpo del toro y el torero. Este sí, aquel no,- lo de siempre, vamos. En pie, con alegría. Repitan que son abonados de siempre. Y si no lo son- ¡abónense, que ya es hora! Con o sin Zapatero . Zapatero a tus zapatos de seda y de percal. Una verónica en la Ría, media chicuelina en La Marina. En pie, para proclamar que eres del toro desde que tu padre te envenenara en la plaza vieja. Bebe el veneno de esta fiesta de reyes sin miedo, sin moderación. A tragos, como un huracán de amor. ¡Y que hagan gárgaras los que quieren arreglarte el gusto! Y mientras vas tomando asiento quéjate de que siempre vienen los mismos,- de que no salimos del encaste Domecq,- de que subieron los precios por aquello de que venía José Tomás - y ahora los mantienen porque no viene,- ¡Quéjate!, pero mete los riñones. Quéjate mientras enciendes el habano del embeleso. ¡Quéjate!, pero paga. Como el toro bravo que vuelve al castigo. Porque tú eres del toro y el toro es tuyo. Porque sólo se vive una vez y no hay fiesta más grande, ni más entera, ni más de verdad que nuestra fiesta. Del brazo de tu hembra. Realquilado en su pecho. Bonita como ninguna. "Porque tiene rumbo torero mi sombrero,- cuando lo llevo a los toros,-". Porque suena un pasodoble que te arrebata el aliento. En pie, una almohadilla y los ojos crucificados en toriles. Porque es San Juan. Porque es una gran feria. Porque es tuya. Y porque de vuelta a casa, mientras te quejas de que nada fue como esperabas, te vas diciendo a ti mismo, por lo bajini, sin que te oigan, como si fuera un secreto,- que nada más grande, que nada más humano que el eterno combate entre el hombre y sus miedos.