Prometo no hablar más del realojo de Cuestas de Orinaza. El lunes pasado la Junta de Extremadura organizó una excursión para los medios de comunicación, a lo que queda de esta barriada marginal, que no es ni más ni menos que 34 viviendas prefabricadas ubicadas junto al antiguo barrio, hoy sumido en ruinas. El espectáculo ya es devastador, se mire por donde se mire, por mucho que la Junta diga que no había otro sitio donde colocar las casas y que en un futuro --no sabemos si próximo-- todos los escombros serán retirados y se plantarán árboles. De momento, hombres, mujeres, ancianos y niños con nombres y apellidos conviven a diario con un entorno en ruinas.

Nos subimos a un minibús y la primera parada fue en las chabolas que hay debajo del puente de la Universidad, para mostrarnos cómo malvivían cuatro familias que ahora han sido trasladadas a las casas prefabricadas. Hace unos días no tenían derecho a viviendas sociales y unos días después son realojados porque la Administración entiende que así no pueden seguir, sin requisitos.

Una vez en Las Cuestas, nos colaron literalmente en las casas de lata para mostrarnos lo contentos que están, aunque no tengan agua corriente. Hicimos el paseíllo y nos volvimos a subir en el autobús. Aquellas personas permanecían allí, en grupo, observando cómo nos marchábamos.