La familia del joven estudiante de tercero de Medicina José Damián Vega Díaz, que murió asesinado de una docena de puñaladas en el cuello, hemitórax y corazón en el parque Infantil, donde fue hallado su cadáver --con signos de penetración anal-- bajo unos matorrales el 9 de noviembre de 1985, no ha vuelto ser la misma y sus padres no lo serán más hasta que se haga justicia. El crimen de su hijo, que tenía 21 años, sigue sin ser juzgado 18 años después, cuando queda uno para que prescriba, si no se halla alguna prueba con la que incriminar al autor del mismo.

El juzgado de Instrucción número 1 de Badajoz ordenó a mediados de diciembre la exhumación del cadáver, en el cementerio de Alconchel, accediendo a la petición del abogado de la familia, Leopoldo López Cacenave, que se hizo cargo del caso --uno de los tres que quedan por resolver en Badajoz-- en 1990, después de que en el 87 el juzgado decidiera el archivo del caso y no procesar al principal sospecho, un médico que tras la investigación se fue a Cataluña.

El fin de la exhumación es practicar una nueva autopsia, encargada al forense Juan Manuel Reverte, y practicar un análisis morfológico de los restos, fundamentalmente óseos, que son los que quedan debido a la descomposición favorecida por la humedad, por si se pudiera hallar alguna otra prueba con la que abrir nuevas vías al caso. Ello ha sido necesario, dada la destrucción de la única prueba morfobiológica que existía, un pelo que halló la policía en una uña del cadáver y cuyo análisis, una vez contrastado con otro del principal sospechoso, arrojó un margen de coincidencia del 90%.

ANALISIS DE ADN Leopoldo López pidió pruebas de AND del pelo buscando la coincidencia del 100% con el patrón del sospechoso, y logró que el juzgado lo reclamara a la Escuela de Medicina Legal de la Universidad Complutense, de Madrid, pero ésta, ya por apercibimiento, contestó que se había destruido al hacer la prueba morfológica. También se practicó una investigación privada, sin éxito.

La familia presentó una querella criminal contra el centro y los actuantes, que fue archivada y recurrida y que finalmente irá a la vía civil, según el letrado.

Una vez que no fue posible recuperar el pelo, la familia pidió la exhumación del cadáver para una nueva autopsia en 1993, a lo que se opuso la fiscalía. Tras el incidente con los forenses de Madrid, lo volvió a solicitar en el 2003 y la nueva titular del juzgado accedió, a pesar de la negativa fiscal, y con las reticencias de los forenses de Badajoz sobre la eficacia de este proceso.

NUEVOS ELEMENTOS El abogado cree que se pueden "hallar indicios, pruebas, restos de semen, que no se obtuvieron en su momento, aun sabiendo que hubo penetración, más pelos o algún otro tipo de restos".

Leopoldo López manifestó a EL PERIODICO su malestar por las graves deficiencias con que se llevó la investigación judicial y forense en el momento del crimen. "Quitaron con las manos incluso las hojas que cubrían el cadáver y luego, al darse cuenta, las volvieron a poner; y fue la policía la que vio el pelo".

En su opinión, con los testimonios, contradicciones en que incurrió el sospechoso y el 90% de probabilidad de la prueba morfológica, "era suficiente para juzgar y luego absolver o condenar. Con mucho menos ha ido gente a la cárcel y por hechos menos graves que éste", señaló. Y recordó hechos como que el sospechoso, al acudir al parque para la reconstrucción de los hechos, "fue solo, sin darse cuenta, hasta donde se halló el cuerpo", dijo el abogado.

La familia Vega no cesa en su intento de esclarecer el crimen. "Su madre no deja de decir que hará todo lo posible para que antes de morir se detenga al autor y que sólo entonces podrá morir en paz", según López. Este hace un llamamiento: "Estoy convencido de que en Badajoz hay gente que sabe de este asunto, que conoce al autor y que calla por motivos que se me escapan. Apelo a ellos para que cuenten lo que saben para sentar en el banquillo al autor de esta muerte".