Hablando en términos históricos, en Badajoz se han hecho muchos tipos de enlucido para dar calidad estética a las fachadas e impermeabilizar los muros, siempre de poca calidad, aislándolos de la posible humedad y del inevitable salitre, cuando se producen desecaciones rápidas. El procedimiento es oriental. Viene de Mesopotamia y aquí echó raíces desde época muy antigua. En nuestra península el proceso de enlucido se enriqueció con el uso de la cal.

El diccionario de enlucidos de Badajoz está por hacerse, pero los hay muy antiguos e interesantes. Sin embargo, el paso del tiempo les ha quitado el lustre original y hoy aparecen mortecinos. Si los defensores del puritanismo romanticón y cateto los vieran en su estado primigenio se echarían las manos a la cabeza. Y no tendrían ninguna razón.

Aquellos procedimientos eran baratos. Ahora el encarecimiento de la mano de obra --los trabajadores ya no son siervos-- hace que sean demasiado onerosos y no todos los albañiles saben rematarlos. Se recurre a otras técnicas y a veces se cometen errores graves.

Ciudad hay, como Toledo, donde los enlucidos se pintaban con apariencia de falsas fachadas, con ventanas y todo. Hubo una época --el nombre del arquitecto responsable no quiero recordarlo-- que se hicieron saltar, pretextando una pureza estilística falsa, y los edificios absorbieron la humedad como esponjas. Luego se han rehecho, pero con pinturas plásticas. Parecían decorados de teatro. Al final se ha ido imponiendo la razón y han vuelto a pintar del modo tradicional. A pesar del precio.