TLto que ocurre con las familias es una lógica consecuencia de la moda, un ir con los tiempos. Y en estos tiempos se lleva lo ecléctico, la diversidad y la deconstrucción aderezado con algún toque de ecologismo picante y una pizca de calentamiento global. De la amalgama resultan asociaciones que puedes llamar familia u otro apelativo como club, dúo, trío, cuarteto, pandilla, unión, clan, en fin, lo que te apetezca, aunque los profesionales hablan de "núcleo familiar", que queda más serio. El tal núcleo suele estar compuesto por personas, pero también tienen cabida mascotas y otros entes como los niños. La ventaja es que te lo organizas a la medida, eligiendo, como en los buffets. Añadir un niño tiene sus pros y sus contras: por un lado son individuos bastante cotizados por lo escaso que aportan glamour al núcleo. Además, están protegidos por la ley y eso te da confianza. Si tienes suerte y los cuelas en Telecinco u otra cadena aunque sea autonómica, incluso te permiten vivir desahogado. Lo malo es que alguno te puede salir un poco tarado y montarte un lío, porque resulta que los menores están protegidos por ley pero a los mayores nadie les protege de los menores y te termina costando un disgusto. Lo imprescindible, por lo rentable, es poner una señora, porque lleva subvención, sobre todo si se dedica al cine. Y si eres gay, no te preocupes, vale con poner una cuñada o una simple amiga, da igual el papel que tenga, lo importante es contar con ella y que sea mujer. La mascota puedes elegirla como quieras, pero no creas que merecen mucho la pena porque están protegidas pero todavía no llevan subvención. Ya he decidido apuntarme a la moda del núcleo familiar y olvidar a la tradicional familia. Lo he hecho cuando he visto las fotos de los Rodríguez Espinosa en Nueva York a punto de entonar un godspell o de protagonizar una de vampiros --¡vaya susto!--. A no ser que me saliera una hija ministra de Igualdad y me colocase de concejala en algún ayuntamiento de postín.