TEtn la Fundación Cristina Heeren ejercen como maestros los grandes del flamenco y en sus aulas se forman los que lo serán en el futuro. Aulas llenas de arte y disciplina en donde se asientan cientos de artistas de todas las disciplinas y todos los países, a empaparse de lo único que se puede aprender en el flamenco: su técnica. Frente a todos esos misterios, a toda esa disciplina se encuentra su director, Fernando Iwasaki.

--¿Es difícil gestionar los sueños de tantos alumnos?

--Si todos nuestros alumnos vinieran impulsados por sus sueños la gestión sería más sencilla, pero la realidad es menos romántica y la mayoría de las veces no tiene nada que ver con lo que soñamos. Los aplausos, la popularidad, los discos, las películas, los grandes contratos y la calle con tu nombre en un azulejo requieren décadas de estudio, disciplina, sacrificio, generosidad y tiempo de trabajo no siempre reconocido, para el que sólo una minúscula minoría está mentalmente preparada.

--Usted es el director de esta Fundación, pero ¿es aficionado al flamenco?, ¿puede uno dirigir algo de lo que no se haya 'enamorado' previamente?

--No hay que ser necrófilo para dirigir un tanatorio, como tampoco destacan por su cultura la mayoría de ministros, concejales o consejeros del ramo. Por mi formación podría aspirar a dirigir una ONG, un museo, una fundación cultural y por supuesto una institución académica, porque lo primero que uno aprende es que hay que rodearse de los profesionales más competentes en sus respectivas especialidades. El flamenco tiene la ventaja de ser una expresión artística que enamora a muchísima gente. Yo no gestiono el flamenco sino el amor al flamenco.

--Más de veinte años dirigiendo el programa académico y los planes de estudio de la Fundación más prestigiosa en nuestro país en arte flamenco, ¿qué ha comprobado que no se puede enseñar?

--La afición, la generosidad, la disciplina, la humildad, el respeto, la puntualidad, el orden, la curiosidad, la admiración y todas esas cosas que sólo se aprenden dentro de un entorno familiar positivo, porque a tocar, bailar y cantar puede aprender cualquiera.

--¿Qué ha aprendido usted en estos años como director?

--Que el arte no es suficiente y que precisa ambición académica, titulaciones oficiales, programas de becas y competencia legal. El flamenco ha salido del cuarto del señorito para instalarse en los festivales de otros señoritos. Los escenarios y los públicos han crecido, pero la formación de los artistas y su dignidad profesional no se ha incrementado en la misma medida.

--Como historiador, ¿cuál ha sido el hallazgo que le ha impresionado más respecto al flamenco?

--Como la perspectiva histórica no es unívoca, debo decir que me impresionan tanto las investigaciones individuales en archivos (pienso en la pesquisa de Manuel Bohórquez tras las huellas del "Planeta" o en los estudios de José Luis Ortiz Nuevo en las hemerotecas andaluzas y latinoamericanas), como los estudios musicales comparados que sitúan al flamenco en el mismo estatuto cultural del jazz o el tango argentino. Sin embargo, el campo que más me atrae ahora mismo es el de la impronta africana en el flamenco.

--Háblenos un poco de ese hallazgo, de esa influencia africana...

--El negro español que aparece como personaje en las comedias de Lope de Vega o en las Novelas Ejemplares de Miguel de Cervantes es un gran desconocido, pero existió, y dejó una herencia lingüística, musical, coreográfica, religiosa y cultural. ¿Por qué empleamos en España voces como 'jamacuco', 'perendengue', 'tangana' o 'mojiganga'? porque son afronegrismos que surgieron esencialmente en Andalucía, donde se concentró la mayor población 'negra', 'parda' y 'morena' durante los siglos XV a XIX. Los negros se extinguieron de España por culpa de la miscegenación y las guerras contra los invasores napoleónicos, pero en las Cortes de Cádiz se habló de ellos y no se les reconoció ningún derecho. Aquella población negra tenía sus fiestas, hermandades y tradiciones musicales, cuya impronta en el flamenco ha comenzado a ser estudiada. Para mí es lo más importante que se ha descubierto durante los últimos años.

--Es autor de más de quince títulos de novelas, ensayos, relatos y crónicas, ¿cuál es la obra que le queda por escribir?

--Le doy la misma importancia a la ficción que a la no ficción, y por eso mismo creo que lo que me queda por escribir son más ensayos que otra cosa. Sé que voy a regresar a la investigación histórica y me hace ilusión el teatro, porque mis dos hijas son actrices y me encantaría escribir algo para ellas. Como ya escribo por ellas, algo tengo a mi favor. Por cierto, la compañía teatral de mi hija Paula es extremeña y se llama 'Caramba Teatro'.

--¿Y qué le transmite de Extremadura?

--A todos los peruanos nos concierne Extremadura, por herencia histórica y cultural. Conozco Trujillo de Extremadura, Mérida, Yuste, Jarandilla de la Vega, Plasencia, Cáceres y varios pueblos de Badajoz --como Fregenal de la Sierra--, de donde era la familia paterna de mi esposa. Por otro lado, mi madre siempre ha sido devota de San Juan Macías, y cada vez que ha venido a Sevilla a visitarnos la hemos subido al coche para pasar el día en Villafranca de los Barros, donde se conserva el pozo del santo. He disfrutado de la hospitalidad de varias instituciones académicas y culturales extremeñas, y me considero un promotor de las Tortas del Casar y de la Serena. Por último, la compañía teatral de mi hija es extremeña porque su socio es extremeño y así la domiciliaron fiscalmente en Badajoz, lo cual en casa nos encanta.

--¿Usted conoce el flamenco extremeño, nuestros cantes autóctonos? la mayoría de nuestros artistas se han formado en Heeren...

--Conozco los jaleos y algunos fandangos, como el fandango de Fregenal; pero aparte de los jóvenes cantaores extremeños que han pasado por nuestras aulas, recuerdo con mucha satisfacción las anécdotas y vivencias que Simón García 'Niño de la Ribera' compartió conmigo hace varios años. Conocer artistas como Simón, con una trayectoria tan dilatada y prestigiosa, es uno de los privilegios que me ha regalado el flamenco.

--Lleva muchos años en nuestro país, pero usted nació en Lima. ¿Hay aficionados al flamenco en su país?

--Cada vez más. Tenga presente que la Vidalita flamenca tiene su origen en los yaravíes andinos, que en Lima se exilió una hermana de Carmen Amaya y que fue en Lima donde Paco de Lucía quedó fascinado por nuestro cajón criollo, incorporándolo para siempre a la percusión flamenca.

--¿Qué diferencia hay entre el cajón criollo y el cajón que conocemos actualmente?

--El cajón criollo peruano es un instrumento muy modesto y nada sofisticado, porque los sonidos pueden graduarse atornillando o desenclavando las tapas; pero el cajón flamenco lleva dentro clavijeros, cuerdas, metales y otros elementos que le aportan una sonoridad más compleja y menos primitiva. Personalmente prefiero el cajón acompañando a la guitarra solista, porque en el baile solapa carencias y en el cante resulta demasiado invasivo.

--Es columnista desde hace años en el periódico ABC, ¿qué tiene de flamenca la actualidad?

--La escena política contemporánea parece un festival de corto presupuesto: ninguna primera figura y demasiados palmeros.

--Han dado un paso adelante con esos estudios que incorporará el IES Carmen Laffón de la Rinconada (Sevilla), que ofrecerá flamenco como asignatura a sus alumnos, ¿misión cumplida?

--De ninguna manera. Los alumnos de un Bachillerato de Artes Escénicas en Flamenco deberían poder estudiar un Grado en Arte Flamenco en alguna universidad española, para luego titularse y convertirse en profesores universitarios y de secundaria. Esto es sólo la semilla y ojalá vivamos lo suficiente para ver sus frutos. Cuando me dicen que no puede existir un grado universitario en flamenco porque no hay doctores artistas, contesto que tampoco hay doctores cocineros y sin embargo ese grado universitario ya existe. ¿Qué tiene la cocina que no tenga el flamenco? Concursos populares como 'Máster Chef' pero nada más.

--¿Se puede reconocer a primera vista a una futura figura del flamenco nada más llegar a clase?

--Igual que en el deporte o en la poesía, los jóvenes siempre apuntan maneras, pero nadie con dos dedos de frente debería emperrarse en llegar a ser una figura a las primeras de cambio.

--¿Qué alumnos y maestros le han impresionado más?

--'Naranjito de Triana' fue nuestro gran maestro del cante y Manolo Soler fue nuestro gran maestro del compás. Quienes fueron sus discípulos en nuestra escuela saben que son custodios de un tesoro único. Pienso que tenemos grandes profesores, pero Eduardo Rebollar es el gran maestro de la guitarra de acompañamiento y sólo en nuestra escuela es posible aprender de sus conocimientos. Más bien, me gustaría compartir mi certeza de que las mejores maestras serán las cantaoras que hemos formado, como la onubense Rocío Márquez, la malagueña Virginia Gámez, la gaditana Laura Vital, la almeriense María José Pérez y la cacereña Raquel Cantero, todas licenciadas o doctoras. Ojalá podamos reunirlas a todas ellas en el claustro de profesores de un Grado Universitario de Arte Flamenco.

--Cuéntenos alguna anécdota...

--El tocaor japonés Takafumi Makino se arrojó a las aguas del estrecho a comienzos de los 90, cuando descubrió que no lo dejaban regresar a España para renovar su visado de turista. No sabía español, no sabía inglés y no tenía papeles, pero su afición era enorme. Cuando la guardia civil me llamó para confirmar que Takafumi era alumno nuestro, me confesaron que se llevaron un susto enorme cuando lo sacaron del mar, porque jamás se imaginaron que podían rescatar a un japonés de las aguas del estrecho. Makino se convirtió en una figura mediática y adoptó el nombre flamenco de 'Manolito Patera'.

--¿Qué es más complicado, aprender o enseñar?

--Aprender, sin ninguna duda.