Peina canas aquel a quien se conoció como El Niño Moura, ya con 55 años años pletóricos de magisterio. Brindó Joa3 Moura a sus compañeros, entre ellos sus dos hijos. Era el mismo torero a caballo que hizo avanzar al rejoneo hacia un mayor dominio, hacia llevar al toro encelado y, por tanto, toreado.

Tuvo un buen toro, que aguantó toda su lidia en los medios. Más orondo el maestro portugués, su forma de conducir la embestida el toro en las preparaciones y remates, con el toro cosido a la grupa, templando su embestida, recordó aquel toreo tan cadencioso y bello, tan suyo. También al clavar al quiebro con ajuste. Oreja.

Joa3 Moura hijo lidió al segundo toro de la tarde. Tenía que viajar y se autorizó el cambio de turno. Tuvo un toro de acusada sosería y querencia hacia los adentros. Estuvo por encima de él sin que su labor acabara de coger vuelo. Generosidad del público al pedir la oreja, que fue concedida.

Hermoso de Mendoza sorteó un astado de justo celo. Sobre Churramay, un tordo de raza azteca, clavó dos rejones, siguiendo con Disparate para, tras un marronazo, clavar dos banderillas en todo lo alto. Continuó sobre Beluga en los medios, y Pirata con las cortas. Faena bien resuelta pero sin alborotos. Gran rejonazo y dos orejas excesivas.

Nazarí son palabras mayores. Con ese equino Diego Ventura clavó dos banderillas en las que sobresalió la preparación de la primera, a dos pistas, cosido el astado a la grupa con un temple extraordinario. Todo un espectáculo, que siguió sobre Sueño y Milagro, cuando el de Los Espartales ya tardeaba. Medio rejón de muerte y dos orejas. Continuaba el festival orejil.

ANDRES ROMERO Muy premiosa fue la lidia que Andrés Romero dio al quinto de la tarde, un animal que tuvo buen tranco pero que terminó esperando. Serán las consecuencias de los dos rejones de castigo. Tercio de banderillas muy desigual el que llevó a cabo el onubense, clavando al quiebro unas veces y otras debiendo volver grupas. Oreja.

Alegre de salida y sostenido galope fue el toro que cerró la corrida. Más de clavar que de torear es el pequeño de los Moura. Buscaba el quiebro en los medios y los rejones resultaron caídos. Con el toro a menos llegó lo más lúcido sobre el tordo Chabrol y sobre Pincel, que aguantaban sin perder la cara al toro, queriendo morderle. Oreja que daba fin a una tarde festiva.