La venta está más floja que otros años, no tanto por la crisis como por la lluvia, que ha hecho que estos días anteriores viniera menos público", dijo Pedro Domínguez, productor de flores que viene de Valencia del Ventoso a vender al cementerio viejo, de San Juan, desde hace 15 años. Tiene gladiolos, rosas, claveles, crisantemos de distintas variedades, como "las margaritas, que son hibridaciones del crisantemo", también lilium, "un cruce de azucena", que vende en ramos de 5 a 8 euros.

Muy cerca está Concepción Alejandro, de Badajoz que vende flores en estas fechas "desde hace dos o tres años" años. Son claveles y margaritas que mantiene frescos en un baño de zinc; a 7 euros la docena y a 11 el ramo. Cuando se le pregunta por el negocio, responde con un escueto "bueno...".

El ambiente, ayer por la mañana, era realmente vívido, muy colorista con un horizonte de nichos y tumbas cargados de flores de todas las tonalidades, y cientos de personas circulando por sus pasillos, en un ambiente de respeto, de recogimiento, y también de paseo relajado para recuperar los recuerdos de los familiares fallecidos.

TEMOR A LA LLUVIA Tomasi, una vendedora de flores que acude todos los años por estas fechas a la cita, se quejaba de que "la venta está muy floja", y también señalaba que aunque la crisis afecta al sector durante el resto del año, "para las flores de difuntos la gente gasta lo mismo". También teme más a la lluvia, que afecta a la venta de ramos: de crisantemos "que se venden cada vez menos, porque la gente prefiere la rosa y el clavel", de margaritas y tulipanes que ofrece en ofertas de dos a 5 euros y otros más elaborados a 10.

María Belén, que iba acompañada por su marido y sus hijos, llevaba un ramo de rosas rojas. ¿La razón de su elección? "Porque son las que más me gustan" para llevar a su abuela y a su bisabuela.

Juan y Paqui, una pareja de Badajoz que acude cada año al cementerio por estas fechas, llevaban flores a los enterramientos de los padres de ambos.

Desde su punto de vista, compartido, "el cementerio ahora está realmente bien, limpio, asfaltadas las calles, con servicios, agua y todo lo necesario", señala la mujer. Su esposo lo compara con el estado que presentaba "hace años, cuando yo venía y era una pena, estaba sucio y lleno de hierba".

Manoli, limpiadora habitual, comentaba el ambiente tranquilo y relajado que presentaba el cementerio, a la vez que vivo con la presencia de "miles de personas estos días, desde una semana antes, pero los de más público son los tres últimos". Ella nota un cambio de actitud en las personas que acuden a visitar a sus muertos, "vienen con respeto , pero con más naturalidad, no se ven las escenas que se veían antes".