La vida dentro del gueto de la ciudad polaca de Lodz, el segundo gueto judío más importante de Europa durante el dominio nazi en la II Guerra Mundial, fue captada por la cámara del fotógrafo polaco Henryk Ross (1910-1991), que recluido por los nazis en este lugar se convirtió en uno de los fotógrafos oficiales del Departamento de Estadística dedicado a tomar fotos propagandísticas de los productos manufacturados en el gueto y de la vida en él.

Algunas de estas imágenes pueden verse hasta el 4 de febrero en la sala Europa en la exposición Recuerdos enterrados .

Ross consiguió recopilar una extensa documentación gráfica que se salvó porque antes de la liquidación del gueto la enterró, y como superviviente del genocidio pudo rescatar sus negativos y recuerdos tras acabar la guerra.

Las fotos que mostraban el horror del holocausto de una manera muy gráfica y elocuente se convirtieron en imágenes iconográficas del holocausto, se utilizaron en el juicio contra Eichmann y se exhiben en museos de todo el mundo. Sin embargo, las instantáneas que no coincidían con la imagen del holocausto que se había creado con los recuerdos de los supervivientes se mantuvieron apartadas del ojo público. Ross no permitió la difusión de la mayoría de sus miles de fotos hasta sus últimos años de vida.

REDESCUBIERTAS En esta exposición se exhibe buena parte de esas fotos que muestran la cara amable del gueto, la aparente normalidad de unas personas para no habían olvidado la alegría. Esta parte de la obra de Ross ha sido redescubierta en el 2007 por el Archivo de Conflictos Modernos de Londres.

Estas fotos parecen haber sido captadas antes del conflicto, en ellas hay madres que alimentan a sus hijos, niños que juegan y jóvenes que bromean. Personas que vivían engañadas creyendo en las promesas de los oficiales nazis de que salvarían sus vidas. Tuvieron mejores ropas y más comida, pero también fueron asesinados.

La burbuja de normalidad que les envolvía se desvaneció en los campos de concentración, ya que de los 70.000 judíos que había en Lodz, solo lograron salvarse entre 5.000 y 7.000, el mayor número de supervivientes de cualquier gueto del Este.

Recuerdos enterrados ofrece una visión general del gueto, imágenes de los trabajos que se realizaban allí, así como retratos. Entre ellas aparecen algunas fotografías que muestran el horror.

Esta exposición se puede ver en Badajoz por la colaboración de la Consejería de Cultura con la empresa de gestión cultural La Fábrica.