En la calle Menacho es difícil encontrar una puerta de garaje sin pintadas y también son multitud los portales de bloques de viviendas en los que los vándalos han dejado su firma. Las primeras sirven para los grandes dibujos, las otras para firmas y garabatos. En el Casco Antiguo, los inmuebles cerrados se llevan la palma, aunque también los sufren edificios rehabilitados. Tampoco se libran de los grafitis los edificios públicos, las columnas de los soportales --solo hay que dar un paseo por Juan Carlos I para comprobarlo--, las fachadas de bancos y cajas de ahorro,las parroquias o cualquier otra superficie a la vista. Los autores de las pintadas aprovechan hasta los contenedores de basura para dejar constancia con el spray de que pasaron por allí.