Con alevosía pero sin nocturnidad. La Policía Local de Badajoz continuaba ayer sus pesquisas para intentar localizar al autor del ataque que ha sufrido el radar fijo instalado en el puente Real. A falta de su identificación, todo hace suponer que se trata de un conductor sancionado y enfadado que ha querido mostrar de este modo su malestar con la implantación de este sistema, que «caza» a los vehículos que sobrepasan el límite de velocidad, que en el casco urbano es de 50 kilómetros por hora. El acto vandálico ocurrió la tarde del lunes, que era jornada festiva, al plena luz del día, según ha confirmado la policía local.

El radar, el único fijo instalado en la ciudad (los agentes municipales cuentan con otro móvil) sufrió varios golpes, seguramente con un objeto contundente, o tal vez a pedradas, que provocaron que estallaran las pantallas de metacrilato del visor y del flash, aunque no llegaron a romperse en pedazos. De todas formas, habrá que sustituirlas. La policía local ya había encargado ayer a la empresa suministradora su reparación. Los agentes confiaban en que en los próximos días las pantallas puedan ser cambiadas. El dispositivo está colocado sobre un poste de 2,4 metros de altura, por lo que no es difícil que sea alcanzado con piedras si alguien tiene interés en destrozarlo.

A pesar del ataque sufrido, el radar ha seguido funcionando, según garantizó a este diario el intendente, Antonio Nogales, quien llegó a concretar que ayer por la mañana ya había notificado varias infracciones. Los sistemas de captación no se han visto afectados. La fotografía que identifica al vehículo infractor es sólo la prueba de la denuncia, que se apoya en un fotograma con intervalo de tiempo. Los daños no son perceptibles a simple vista por los conductores que atraviesan el puente, a no ser que se fijen en los visores. La carcasa no presenta apenas golpes.

Este dispositivo se instaló a finales de diciembre como medida preventiva para reducir la elevada velocidad que se alcanza en esta vía, donde el verano anterior se eliminó el único paso de peatones existente por la peligrosidad que representaba. El ayuntamiento adquirió el cinemómetro a Tradesegur por 53.117 euros, con cargo al Plan de Impuso a la Economía Local.

Tras un periodo de evaluación y calibrado, el radar empezó a multar el 11 de febrero. En las primeras 24 horas de prueba, captó a 504 vehículos con exceso de velocidad, parte de los cuales superaron los 80 kilómetros por hora y, en concreto, dos circulaban a más de 130.