Periodista

Fue una corrida de esas en las que sin ser orejeras, se sale de la plaza un regusto. Los Herederos de Bernardino Píriz enviaron un conjunto de toros impecables de presencia y con mucho fondo. Encierro de máximo interés con un bravo segundo, toro de esos que dan importancia a una faena y satisfacción al público.

Transmisor, codicioso, humillador y encastado, permitió ver a un Rivera Ordóñez firme, apostando y en torero. El toro no permitía descuidos y el diestro se mostró seguro, haciendo un esfuerzo, que no tuvo el premio merecido por culpa de la espada en la hora de la ejecución del astado.

Fue sin duda una de las mejores tardes de Rivera Ordóñez, porque con el quinto, toreable, con ritmo y clase, realizó una faena de menos a más que en la última parte tuvo muletazos y remates bellísimos.

Finito no se quiso emplear con el que abrió plaza, un toro que se quedó crudo en varas y al que se quitó de delante con prontitud. Fue toro para lidiarlo y hubiera dado otro resultado, aunque no era fácil. Se quitó la espina en el cuarto. Aquel fue bueno, con duración y a más, y Finito hizo una faena larga, toreando para sí mismo, en la que hubo pasajes espléndidos.

INTERES POR MANZANARES

Había expectación por ver a Manzanares y no se le pudo apreciar en toda su dimensión. Su primero tuvo poca fuerza y sólo pudo estar aseado. Con el sexto, manejable aunque salía distraído de cada muletazo, mostró torería, destellos y empaque. Estuvo en la plaza siempre con torería y predispuesto a gustar y eso también es importante.

Entre las cuadrillas hay que destacar un excelente par de banderillas de Curro Molina, al cuarto, por el que tuvo que saludar montera en mano. Esta fue, sin duda, la mejor corrida de la feria pacense.