TEtn septiembre Extremadura homenajea tradicionalmente a sus hombres y mujeres, poniendo el foco en los mejores. Una región, un país no es solo su territorio sino, sobre todo, las personas que habitan en él y hacen que esa tierra sea de una determinada manera. Esa empresa colectiva tiene una identidad, una dinámica y un destino y a los efectos del proceso que conduce a él, es decir, a su maduración y perfeccionamiento como sociedad, de vez en cuando tiene que mirarse en el espejo de los mejores entre los suyos. Pues bien, esta es la razón de ser de los galardones que cada año concede Extremadura en septiembre. Son dos tipos de distinciones, los Premios Extremadura a la Creación y la Medalla de Extremadura. Los primeros recompensan la calidad de una obra aparecida o realizada durante el año y los segundos reconocen la labor de una vida.

En la edición de 2010 de ambos premios, hay dos nombres cimeros en los que confluyen tantos méritos y virtudes, que pocas veces se han concedido tales recompensas con tanta propiedad y justicia. Me refiero al poeta José Antonio Zambrano y al médico y escritor Víctor Guerrero Cabanillas . En ambos se da esa característica esencial de los grandes hombres, que es la de crear una gran obra y seguir siendo humildes.

Zambrano ha dado a la poesía escrita en Extremadura una altura equivalente a la mejor poesía escrita en cualquier otro lugar del mundo. Su último libro publicado, Apócrifos de marzo , por el que se le otorga el galardón, es una obra maestra. Como les pasa a todas las obras maestras, mientras más se lee este libro --que tengo desde hace meses en mi cabecera-- más se descubre en él, en ese inagotable pozo de magia que es la palabra excelsa.

Guerrero, además de habernos dado a todos su vida como médico, realiza una labor literaria de primer orden, en la que destaca La salud de Carlos V , obra monumental --también la tengo en mi cabecera-- que nos enseña historia y medicina y nos deleita con la finura de su análisis y la maestría de su escritura.

Zambrano y Guerrero son dos autores excepcionales y dos personas maravillosas que han construido la mayor altura literaria y humana desde la más entrañable humildad. Poder mirarnos en ellos es un honor y una suerte.