TEtsta ciudad de nuestros pecados no deja de sorprenderme, no siempre favorablemente. Podría pensarse que estando tan preocupados, como parecemos estar, por nuestra historia y por nuestro patrimonio, cuando llega el momento de lucirlos somos incapaces de dar una visión digna de nosotros mismos y demostramos un nivel deplorable.

Me vienen estas reflexiones a la pluma al leer una guía de Badajoz, recientemente presentada, que pretende ser una buena introducción a la ciudad. Muy bien editada, con bonitas fotos y una apreciable y más que correcta información sobre los servicios que pueden encontrarse aquí. El problema reside, como de costumbre, en que la información histórica no posee el nivel del resto del contenido y, en muchos detalles, produce sonrojo.

Se da una visión anticuada, con muy intenso olor a naftalina, sin relación alguna con lo mucho nuevo que sabemos sobre nuestro pasado. Porque la información procede de libros antiguos, de contenido caduco. Para muestra, dos botones, de una caja. ¿A quién se le ocurre seguir hablando de Abd al-Rahman ibn Marwan como de un "renegado"? Este señor nació y murió musulmán. Su familia, dos generaciones antes, fue la que se convirtió al Islam. El no renegó de nada. Y eso de calificarlo así no hace mucho honor a una población que presume de tolerante. ¿No va ya siendo hora de olvidar esa terminología caduca? Porque luego se dice que el personaje en cuestión es un "muladí español". Español, es difícil. España no existía. Y muladí sólo se llamaba al miembro de una familia conversa, pero ya en segunda o tercera generación. Nuestro fundador no fue cristiano nunca.

Y luego viene lo de Sapur , el primer rey taifa de Batalyaus. ¿De dónde se han sacado su origen persa? Eso lo dijo alguien con poco conocimiento de causa. El nombre es persa, el personaje nó. Fernando es de raíz germánica y yo no soy natural de Alemania, Dinamarca o Noruega. A ver si actualizamos nuestras lecturas y comenzamos a tomarnos en serio lo que escribimos, cuando pretendemos hacer descripciones históricas para promocionar nuestra ciudad. Porque la gente no es tonta y muchos de nuestros visitantes son leídos y capaces de distinguir el grano de la paja. Hacemos un pobre papel presentando bonitas guías con pobres contenidos.