El cantautor argentino Sergio Makaroff, dice que nuestro mundo es un poco cuadrado y que es el amor el que lo hace girar. Canta que el mundo es de «los que saben amar, los que quisieran saber, los que intentan aprender». La verdad es que es una buena filosofía de vida frente a la hostilidad, la miseria humana y el universo de calumnias, tristezas y malos rollos en que han convertido unos pocos la convivencia de muchos. La muerte, las pérdidas, la depresión o la melancolía pueden ser causa suficiente como para desterrar el optimismo y alimentarse a diario de enfermiza amargura. Un buen argumento para el desencanto pero ni siquiera leyendo las peores tragedias de Shakespeare puede uno comprender por qué existen personas, aparentemente normales, con una maldad que les devora y destruye todo cuanto encuentran a su paso. Macbeth, Otelo, Ricardo III, Rey Lear y Hamlet son un perfecto tratado sobre la nauseabunda naturaleza humana, la psicótica personalidad de seres atormentados por la ambición, la sed de poder, la debilidad de carácter, la necedad, la falta de discernimiento, los celos y la crueldad. Toda una psicología de la maldad desarrollada por lo que hoy denominamos personalidades tóxicas. En medio de semejante descalabro social y mental, deben imponerse los buenos, quienes suman y no restan, toda esa buena gente de principios y no ideologías, de valores y no intereses, de compromisos y no postureos. En La tempestad, el bardo de Avon, crea a Próspero, con razones suficientes como para odiar y destruir y que, sin embargo, desarrollará la psicología de la bondad en tres pasos: no tener pretensión, tensión anticipada, vanidad; confiar en la bondad ajena, que nos permite vivir sin miedo y sin sospecha; y la bondad radical, el paso esencial a la serenidad de vida, que indica en el epílogo de la obra: su deseo sincero de querer agradar.

Otro Hamlet, ahora Lima Quintana, también argentino, como Makaroff, lo describe en su poema Gente necesaria: «Hay gente que con solo decir una palabra/enciende la ilusión y los rosales,/que con sólo sonreír entre los ojos/nos invita a viajar por otras zonas,/nos hace recorrer toda la magia./Hay gente que con solo dar la mano/rompe la soledad…».