El cementerio de Villafranco no sólo está lejos del casco urbano, a más de 3 kilómetros, sino que cuando caía la noche, desaparecia entre las sombras. Gracias a la instalación de placas solares, la corriente eléctrica ha llegado a este camposanto, que es mucho más joven que la pedanía, pues se inauguró en 1992. A la familia del primer vecino que se enterró se le regalaron dos nichos. Ahora, hay más de 220 ocupados, se ha acabado el segundo bloque y está previsto un tercero en esta instalación con aspecto de mausoleo de ladrillo visto. Según el alcalde pedáneo, Juan Sánchez Cabanillas, contar con electricidad era fundamental sobre todo para el riego por goteo de los jardines, pues antes había que dedicar a dos personas con un grupo eléctrógeno para cuidar las plantas «y cuando llegaba agosto todo se secaba».

El alcalde, Francisco Javier Fragoso, visitó ayer las instalaciones. Ecogestión del Guadiana también ha colocado placas solares en los cementerios de Gévora, Valdebótoa, Sagrajas, Novelda y Balboa. Alcazaba y Alvarado no tienen dónde enterrar a sus vecinos y, de momento, así van a seguir. Fragoso manifestó que disponer de electricidad en los cementerios era uno de «los anhelos» más importantes de las pedanías, porque están muy alejados de los cascos urbanos.

Recordó que el equipo de gobierno tuvo dificultades con el proyecto porque la oposición municipal impidió en marzo del 2017 una modificación presupuestaria para esta actuación. Posteriormente, el ayuntamiento aprobó una modificación de crédito que era competencia del alcalde y no dependía del pleno. La inversión ronda los 60.000 euros, de los cuales 19.000 subvenciona la Junta.