TEtn ocasiones he escrito sobre el auge del Carnaval pacense desde sus inicios hasta 1995, donde los socialistas responsables de su organización habían puesto el listón muy alto, pero la fiesta no había tocado techo. Asimismo, he cuestionado su declive al advertir en la siguiente etapa, que preside Celdrán , la falta de definición del modelo de carnaval que queremos para Badajoz, estancado en algunos actos y deteriorado en otros. Y ante el carácter inacabado de la fiesta, evidenciando que en el ayuntamiento y federaciones carnavaleras la incompetencia y el desorden se repiten cada año, he demandando perspectivas de imprimir un nuevo dinamismo creativo --sugiriendo crear una Fundación Pacense del Carnaval, que organizase unas Jornadas de Estudio sobre el Carnaval -- capaz de sacar rendimiento a toda esa maravillosa maquinaria que mueve el evento.

Está probado que a muchos pacenses nos agrada este festejo, abierto a la imaginación y a la innovación, pero nos disgusta que cada año la programación sea más de lo mismo y con desaciertos, como los actos preliminares del concurso de murgas. Como partida, me parece interesante que en la prueba se fomente la creación de nuevas murgas y participen de otras poblaciones. En esta edición, que ha contado con 42, es buen síntoma ver el atractivo que siente determinada gente --ingeniosa, simpática, bromista, con chispa-- por asumir los roles artísticos de la función carnavalesca. Pero otra cosa es la organización del concurso de las murgas, que no funciona en la forma del espectáculo ofrecido. Se ha visto en las 6 sesiones del López que, normalmente, las novatas no superan la calidad de las veteranas por falta de ingenio en el contenido y plástica carnavalesca. Y por eso los espectáculos han resultado desbarajustados y aburridos.

Ante lo acontecido, mi sugerencia es lograr un planteamiento mejor definido del concurso, dividiéndolo: 1) En los preliminares con la participación de nuevas murgas y otras que no lograron calificarse en años anteriores. 2) En el concurso propiamente dicho, con las actuaciones de las seleccionadas en competición con las veteranas (o las 9 mejores del último año, si el concurso admite 18 para 3 días de espectáculo). 3) En una gala de finalistas, ilustrada con un espectáculo teatral-carnavalesco (mientras delibera el jurado) y entrega de premios. El acto estaría planteado como una función paródica --de humor y de crítica política y social-- de inspiración en las historietas de los cuartetos gaditanos y en la murga uruguaya con personajes y línea argumental, pero con más juego dramático del principio al fin. Y como el Carnaval es una respuesta en risa --transgresora, contestataria, desmitificadora-- de unas acciones y actitudes de la clase dominante, la temática acontecería alrededor de un personaje público al que murgueros y actores, con la crítica incisiva a sus ineficaces gestiones, desnudarían hasta dejarlo con una hoja de parra como disfraz (trofeo que se le entregaría al personaje). Esta fiesta parateatral, dotada de una personalidad propia, estaría montada por murgas y compañías de teatro. En Badajoz es posible, por la capacidad de algunas murgas cuyas actuaciones constituyen una especie de prototeatro y por el potencial teatral que dispone la ciudad con 10 compañías, de mayor calidad que en Cádiz. Como ejemplo, este premio del disfraz Hoja de parra de la primera edición, en mi opinión, lo merece llevar Celdrán, por la torpeza oficial de no profundizar en la fiesta.