Eugenio González Reyes, de 55 años, vecino de la barriada de Cerro de Reyes, de la que procede toda su familia, murió ayer tiroteado en la calle, a plena luz del día. Ocurrió pasadas las 12.00 de la mañana, en la avenida Federico García Lorca, a la altura del colegio de Cerro de Reyes. Afortunadamente era domingo y no había mucho trasiego en la curva de la avenida donde sucedieron los hechos.

Fueron los vecinos los que avisaron a la policía cuando vieron el cuerpo tendido en el suelo, sobre un charco de sangre. Cuando llegaron los agentes del Cuerpo Nacional de Policía, el hombre aún permanecía con vida y avisaron a los servicios sanitarios, que no consiguieron reanimar al herido y a los pocos minutos de intentarlo, falleció. El cuerpo permaneció tendido en el suelo, en mitad del asfalto, tapado con una tela blanca, mientras la policía acordonaba la zona, para facilitar que la Policía Científica recogiese las posibles pruebas en el lugar del crimen y los agentes interrogasen a los testigos que pudiesen aportar algún dato. El cadáver fue trasladado al Instituto de Medicina Legal para realizarle la autopsia.

Por la tarde, después de la investigación de lo sucedido y las labores de localización, fueron detenidos dos hombres en relación a estos hechos, según confirmó la Policía Nacional a este diario, aunque no detalló en calidad de qué se produjeron las detenciones y si alguno era el autor de los disparos. Sí señalaron que la investigación continuaba abierta y no se descartaban nuevas detenciones. En el barrio, desde por la mañana, los testigos hablaban de un presunto autor, al que conocían, porque también es de Cerro de Reyes, pero se referían a una única persona, plenamente identificada.

Las versiones sobre lo sucedido eran diversas. Eugenio González Reyes era conocido por los suyos como el Negro, su apodo. Caminaba en ocasiones ayudado por muletas, por su salud deteriorada. Vivía con un hermano y recibía atención por parte de otros familiares. Había estado en la cárcel y en ocasiones se ganaba la vida como aparcacoches en el entorno del hospital Perpetuo Socorro.

Según confirmó la policía, su muerte podía estar relacionada con un hecho ocurrido el día anterior también en esta barriada. A las 15.00 horas del sábado, alguien disparó con un arma larga sobre una ventana de una vivienda. El enfrentamiento estaba servido y los protagonistas volvieron a verse las caras la mañana del domingo. Algunos vecinos apuntaban ayer que tal vez el día anterior, si la policía hubiese actuado, el desenlace no habría sido tan trágico.

Al parecer, ayer, antes de los disparos pudo haber una pelea entre los implicados. Una vecina que en ese momento jugaba en la terraza con su nieta escuchó voces: «Cogedlo, cogedlo, corred, corred», oyó. Según distintas fuentes, la víctima presentaba un solo tiro. La Delegación del Gobierno en Extremadura señaló que se produjo con una pistola. Pero los testigos aseguraban que habían escuchado varias detonaciones. En el lugar de los hechos no había restos de ningún arma, aunque sí casquillos,

Al principio, todo era confuso. Una mujer que vive cerca comentó después que había escuchado jaleo en la calle y al bajar a preguntar, otra vecina le señaló que se trataba de un atropello. No había sido así.

El levantamiento del cadáver tuvo lugar pasadas las 14.00 horas, con lo que hubo tiempo suficiente para que la voz se corriese y numerosos curiosos se acercasen al lugar de los hechos, donde después de lo ocurrido aún permanecía en el suelo la huella de la sangre derramada.

Sobre el origen de la disputa había muchas especulaciones. Algunos hablaban de un enfrentamiento por la ocupación de una vivienda, otros de un ajuste de cuentas y de que el fallecido mantenía un conflicto con los hijos del presunto autor de los disparos, que se resolvió ayer por la mañana con violencia.

Tras lo sucedido, el barrio volvió al silencio de un domingo por la mañana. Algunos que se habían enterado tarde se acercaban a comprobar que aún quedaban restos de una muerte violenta sobre la calzada. En el entorno, nadie hablaba y apenas sabían nada, decían.