Tengo una curiosidad que no acaba de ser despejada, y es por qué a buena parte de los hombres que conozco les interesa tanto las previsiones meteorológicas que dan en los telediarios, eso que llamamos el tiempo , cuando el único viaje que hacen es de la mesa al sofá a echar la siesta. Y por qué cuando salen de viaje, después de consultar mapas, planos y GPS suelen perderse siempre y muchos se niegan a preguntar para llegar al sitio.

Alguien me dijo que este comportamiento tiene una explicación antropológica, y es que el hombre primitivo, el de la prehistoria digo, no el de ahora, vivía de la caza y tenía que enfrentarse cara a cara con el tiempo . También para navegar y descubrir nuevos mundos tenía que averiguar cómo le iba a salir el día.

A nosotras nos ha ido de manera muy distinta, al levantarnos por la mañana sacamos el brazo por la ventana y en el trabajo, de vez en cuando, miramos al cielo para averiguar si ese día tampoco se seca la ropa tendida. Y ahí acabaría la aventura si no fuera porque inventaron la secadora y ya sólo tenemos que sacar el brazo para ver qué ropa nos ponemos, y eso sí que es toda una aventura. Feliz año.