TVtaldano ha apelado a la hombría de los jugadores del Real Madrid para superar la crisis deportiva y de imagen que ha causado su aplastante derrota ante el Barcelona. Hombría es un concepto machista que en realidad no sé muy bien lo que significa. Porque si hombría es la condición del hombre como ser masculino, y en la condición del hombre están insertos la inteligencia, la bondad, la sensibilidad y el coraje, mejor dicho, las gónadas --vista la acepción que parece preferir el director general blanco--, al final no está muy claro a cuáles de estos atributos apela Valdano, o si se refiere a todos. Más bien parece que alude a lo último, es decir, a los cojones. Tener hombría, dicho así, parece significar tener cojones, echarle huevos, ponerle bolas al asunto. Esta es una tradición machista española muy antigua de la que parece haberse contagiado el filósofo argentino. El gran problema es que el asunto no tiene nada que ver con la hombría y que tampoco se solucionará aportando dosis mayores de ella tal como la entiende don Jorge.

El mundo ha evolucionado en dirección ajena a esa "hombría", en una línea, por fortuna, más próxima a lo femenino. La prueba es que hoy también juegan las mujeres al fútbol y hay una liga femenina --que no sé por qué no se le da el mismo tratamiento informativo que a la de los hombres-- en la que están totalmente fuera de lugar expresiones como ésta. ¿Imagina alguien a una entrenadora o directiva futbolística pidiéndoles a sus jugadoras que le echen hombría al asunto? La sabiduría de ellas se ve en que en su lado no hay un término equivalente a "hombría". Hoy la hombría, en el sentido de Valdano, cuando muchas mujeres son fiscales y jueces, operan corazones, pilotan aviones y carros de combate, hacen redadas y detienen delincuentes, conducen taxis y autobuses o están en los andamios, es un concepto que ha dejado de tener sentido.

Por eso el Madrid anda tan equivocado, porque es un club donde prevalecen valores caducos, como la hombría, el dinero, el individualismo o la prepotencia, frente a la sensibilidad, la inteligencia emocional, la sencillez, el trabajo en equipo y la humildad que se necesitan hoy para alcanzar el verdadero éxito. Frente a la hombría pasada de unos se alza la humanidad fecunda de los otros. Aquélla es excluyente y ésta, integradora. Esa es la gran diferencia. Pero, claro, explíquele usted esto a Mourinho y a Ronaldo .