Al fin una administración que se echa hacia adelante y empuja un proyecto ilusionante para poner en danza el enorme edificio del antiguo Hospital Provincial de Badajoz. Aunque el presidente de la diputación todavía no ha dicho al respecto esta boca es mía --públicamente, se entiende, aunque sí la ha compartido con el partido--, ya existe una propuesta para poner en uso el inmueble, al menos una parte. Dejar a la participación ciudadana la decisión de qué se va a hacer con este espacio que no es hospital desde hace 13 años es una idea mucho más peregrina que todas las que se han ido poniendo sobre la mesa este tiempo, por parte de distintos colectivos, instancias y poderes públicos.

Bienvenidas todas las opiniones sobre la puesta en funcionamiento de un gran edificio cuyo abandono por parte del Estado (al que se le cedió para transformarlo en Parador de Turismo, otra idea peregrina) está costando más de 360.000 euros; 60 millones de pesetas que salen de los bolsillos de todos. No sé a qué se refieren nuestros políticos cuando dejan en manos de los ciudadanos una decisión tan concreta como buscar un destino a un caserón. Si ellos están ahí es porque han sido elegidos por los vecinos para tomar decisiones. No sé qué pretenden ni recuerdo precedentes. ¿Una consulta popular? Pero si la que convocó Podemos sobre el proyecto de El Campillo no recibió más que críticas. ¿Y cuántos votos como mínimo se requerirían para que fuese representativo el resultado? Dejar en manos del consenso colectivo una decisión de este tipo supone volver a eternizar en el tiempo una propuesta práctica y realizable.

Si la diputación ha efectuado los análisis y estudios que avalan que un mercado de abastos con un espacio gourmet y zona de restaurantes serían viables, adelante con la idea. La institución provincial ya ha dado muestras de saber lo que se hace cuando decide rehabilitar un edificio y no escatima en recursos. Buenas pruebas de ello son el propio palacio provincial, el instituto Bárbara de Braganza o el Conservatorio Superior de Música, por no hablar de la ampliación del Museo de Bellas Artes, cuyo diseño fue objeto de polémica pero salió adelante y hoy por hoy ha supuesto que haya más ciudadanos que conozcan este espacio expositivo. Parece que la diputación lo tiene claro y, al fin y al cabo, es la propietaria del hospital. Descartado el Palacio de Justicia --que hubiera aglutinado las distintas y distanciadas sedes que ahora funcionan, en lugar de construir un edificio de nueva planta como se está haciendo--, no había consenso en ningún ámbito sobre cuál es el mejor destino del hospital.

Con la llegada de Remigio Cordero al ayuntamiento de la mano de Podemos, esta formación ha abanderado la antigua reivindicación de ocupar parte del hospital como residencia de ancianos, cuyas plazas escasean en la ciudad, que no llega a la media de la región. Pero la Junta de Extremadura ya ha dejado claro que no hace suyo este plan. Lo dijo cuando el hospital cerró y mantiene su postura. Tendría que sufragar los 300 puestos de trabajo que la residencia requeriría. Por ende, el PSOE local le ha estado dando vueltas sin decantarse definitivamente hasta que ha conocido los planes de la diputación, dejando claro que de residencia de ancianos ya se ha hablado bastante. Lo que sorprende es que el PP municipal no haya entrado a valorar claramente la propuesta del mercado de abastos, de lo que se deduce que no quiere disgustar a Podemos, menos ahora que queda por delante una ardua negociación para sacar adelante los presupuestos en el ayuntamiento.