Parece que vuelve a ser tradicional que llegado marzo y abril miremos todos al viejo Hospital Provincial, al igual que durante años han hecho nuestros pasos de Semana Santa, ellos bendiciendo a los enfermos que, en silencio y con fervor, se asomaban tras las rejas, nosotros para preguntarnos qué pasa con las obras del prometido Parador Nacional de Turismo.

El hospital, levantado en el siglo XVIII para unir en un mismo edificio todos los existentes en la ciudad, con evocadores nombres como: Hospital de la Piedad, de la Vera Cruz, De la Concepción, de la Misericordia-, sirvió a pobres y enfermos hasta hace pocos años.

Si bien es cierto que destinar el edificio civil más noble y capaz de la ciudad a parador no es la mejor solución, hay que reconocer que tampoco es mala, al igual que ha ocurrido al otro "grande", el Bárbara de Braganza, dedicado a despachos.

No obstante, parece que es imposible llevar a cabo un proyecto sin crear polémica y el antiguo Hospital Provincial no ha sido una excepción. Reconocida su idoneidad para convertirse en parador, no han faltado palos en las ruedas para dar al traste con un proyecto de enorme trascendencia.

En este caso, la Diputación cumplió los deberes con creces, siendo realmente generosa al deshacerse de este magnífico edificio en beneficio de la ciudad, pero los ciudadanos aún seguimos esperando que comiencen las obras y escuchando opiniones encontradas sobre dónde está el atasco burocrático que tiene parado un proyecto vital que salvará al hospital del abandono en el que viven otros importantes edificios.