TLtos sindicatos están de gira intentando convencer a los trabajadores de la necesidad de ir a la huelga el próximo miércoles, día 29. Si lo conseguirán o no, es en estos momentos la respuesta del millón. El último estudio demoscópico publicado ayer por Onda Cero y Antena3, aseguraba que uno de cada cuatro españoles no acudirá a su puesto de trabajo.

Es evidente que las personas que están llamadas a la huelga son aquellos que pueden decidir si secundarla o no, es decir, la población asalariada del país; y teniendo en cuenta las altas cifras de paro y de pensionista o autónomos, los resultados de la encuesta garantizan cierto éxito a los convocantes.

Sin embargo, no se respira ambiente de huelga general. Nada tiene que ver la situación actual, con aquel 14-D contra Felipe González y que marcaría un hito histórico del sindicalismo de clase en la historia reciente de España.

No hace falta acudir a ningún sesudo análisis para saber que los trabajadores de este país están divididos con respecto a la convocatoria de paro. En cualquier bar de Badajoz te encuentras con la muestra pequeña del sentir general. La gente está muy cabreada con el Gobierno, pero si cabe lo está más con los sindicatos. Ir a la huelga significa castigar la nefasta política económica de Rodríguez Zapatero pero a la vez hacerle el juego a unas centrales sindicales que han "consentido" una sangría de parados como la actual.

Sin duda la imagen de los sindicatos no pasa por sus mejores momentos y algunas de las últimas campañas de desprestigio que están sufriendo, se la han ganado, muchos de ellos, a pulso. No obstante el movimiento sindical es necesario en cualquier sociedad democrática y un estrepitoso fracaso de la huelga no beneficia nadie.

En cualquier caso lo más importante del 29-S será que se respete el derecho de todos los trabajadores y que la jornada transcurra sin que haya que lamentar incidentes violentos como los vividos en otras convocatorias de huelga recientes.