Las monjas clarisas del convento de Santa Ana, en Badajoz, han decidido ponerse manos a la masa . La comunidad ha transformado varias de sus estancias en un obrador y desde hace unas semanas elaboran dulces para ponerlos a la venta. Mantecados y corazones de almendra, perrunillas, yemas, bizcochos, sultanas, bolluelas, o bollitos turcos son algunas de sus variedades.

"Los dulces de las monjas son muy cotizados", asegura con una sonrisa la hermana Inmaculada. Es la presidenta federal de los conventos de la orden de las clarisas de Extremadura. Hasta ahora vendían los dulces que elaboraba la comunidad de Jerez de los Caballeros, pero tras el cierre de este convento, las hermanas y la producción se han trasladado al pacense. "Somos el único de Badajoz que hace dulces ahora", recalca.

Secreto de elaboración

Las clarisas aseguran que el secreto de sus dulces está en que solo utilizan "productos naturales y de calidad", aunque también influye el silencio en el que trabajan. "Nuestra meta no es acumular dinero, sino que los hacemos para no estar ociosas y para trabajar por el sustento de la comunidad", explica la hermana María Jesús, que ha sido la encargada de transmitir los trucos del oficio de repostera al resto de sus compañeras de internado.

Ella ya elaboraba dulces en Jerez de los Caballeros y cuenta que no ha sido difícil transmitir sus conocimientos al resto de hermanas. "Tienen buena mano para los dulces, se les da muy bien", explica.

Una de las que se ha iniciado en la elaboración de estos alimentos es la hermana Carolina. Llegó de Colombia hace cinco años y medio y asegura que la repostería, como dicen en su país, "es muy chévere". Aunque el padre de la hermana Carolina es chef y más de una vez se empeñó en enseñarle a cocinar, "siempre le decía que yo no nací para hacer dulces. Ahora me río cuando tengo las manos en la masa y pienso en qué diría mi papá si me viera".

El proyecto del obrador lo ha realizado el arquitecto Francisco Hipólito, pero las religiosas deben sufragar las obras. "Han sido muy costosas", dice la hermana Inmaculada, que confía en que las ventas crezcan con la Navidad. Además de las instalaciones, han tenido que comprar maquinaria industrial y abrir una ventana junto al torno para despachar los productos, pues Sanidad no permite que se vendan por el torno.

El dinero que recaudan de la venta no se queda solo en la comunidad, ya que también se destina a las misiones, a Cáritas y a obras sociales.