Una de las épocas menos conocidas y menos mencionadas del período andalusí es la que los especialistas denominamos como «segundos reinos de taifas» o «taifas almorávides». Habitualmente se escribe sobre las primeras, las producidas a la caída del califato de Córdoba, a comienzos del siglo XI. Pero hubo unas segundas, al final del gobierno de los almorávides, hacia mediados del siglo XII. Cuando esta dinastía magrebí perdió abruptamente el control de las regiones islámicas de la península Ibérica se crearon, llenando el vacío de poder, una serie de principados regidos por oligarcas ocasionales. Solo duraron hasta el definitivo afianzamiento de los almohades, también norteafricanos. El gobierno de esos pequeños príncipes, la mayoría no tuvieron continuidad dinástica, no fue tan dilatado como el de sus colegas de hacía algo menos de medio siglo, pero no por eso debemos olvidar que se vieron envueltos en las convulsiones provocadas por las controversias religiosas que agitaban por entonces casi todo el mundo islámico occidental y por la fortísima presión del reino de León, gobernado por Alfonso VII (1105-1157), quien llegó a proclamarse emperador.

Una de las dinastías importantes del período fue la de los Banu Wazir (hijos de Wazir). Tuvo una notable relación con Batalyaws. Por aquella época la ciudad era una importante plaza fuerte, pero en modo alguno conservaba la importancia política de antaño. El principal representante de la familia no era oriundo de la antigua capital aftasí y se distinguió por su carácter acomodaticio. Quizás poseía una cierta ideología pro-andalusí, pero es muy arriesgado hablar de eso por aquellas fechas. Cambiaba de fidelidad con una rapidez sorprendente, lo que, en aquel momento, lo era más, aceptando que casi todos los reyezuelos locales abrazaron corrientes islámicas más o menos influidas por el sufismo -misticismo-. La llegada de los almohades a al-Andalus se vio precedida de una serie de movimientos ideológicos que defendían un islam mucho más estricto en su interpretación y en su praxis. El personaje al que me refiero se llamaba Abu Muhammad Sidray b. ‘Abd al-Wahhab b. Wazir al-Qaysí. Solemos llamarlo, de modo abreviado, Sidray b. Wazir.