Los fieles que se acercaron ayer a la ermita de la Virgen de la Soledad para el Besamanos de la Patrona de Badajoz encontraron un rostro más nítido y expresivo, pues la imagen recupera su mirada original, tras la restauración a la que ha sido sometida en los talleres de Sevilla de Enrique Gutiérrez Carrasquilla. Este restaurador ha incidido en los ojos, que estaban "muy repintados en negro" y eso le provocaba cierto estrabismo. Ha eliminado esos "rabillos remarcados" que no eran originales y le ha colocado pestañas más naturales, "con lo que ha ganado muchísimo en la expresión de la cara", explicó.

Este artista sevillano ha tratado varias de las tallas de mayor valía de Sevilla, entre ellas la imagen del Cristo de los Gitanos. Más de cuatro meses ha estado la Virgen fuera de Badajoz, pues la imagen se trasladó a Sevilla el pasado 1 de noviembre. Es el periodo más largo que ha permanecido fuera desde que llegó a la ciudad en 1646. Según el hermano mayor, Joaquín Gil, la imagen estaba "bastante deteriorada", pero "ha quedado maravillosa". En su opinión, "ha ganado en expresividad y la policromía, porque ha recuperado los colores naturales".

Peor estado que la cara presentaban las manos y sobre todo el cuello. Gil explicó que el cuello sufre mucho porque soporta el peso de la corona (casi diez kilos) y del manto (unos 25 kilos). Además, antiguamente las reparaciones de las grietas se hacían con clavos. Según el restaurador, ése era el principal problema que presentaba. Se han encontrado una treintena de clavos, buena parte en el cuello, que se han sustituido por espigas de madera, para no dañar la escultura. Los clavos extraídos y trozos de madera desprendidos se expondrán en el museo.