Periodista

Existe el tópico, tal vez basado en la experiencia, de que cuando se aproxima una consulta electoral proliferan los actos de inauguración. Es lógico que cuando concluye un ciclo habrá que dar cuenta de los resultados obtenidos y, también por lógica, habrá que intentar terminar lo que se ha ido realizando con anterioridad y que en su día fue una promesa electoral. No es extraño por tanto que los candidatos que ahora gobiernan quieran rematar con broche de oro las decisiones que hayan podido ir tomando a lo largo de estos cuatro años.

Todos los servicios son serios, pero quizá la sanidad sea uno de los que más responsabilidad requiere, por las consecuencias que puedan derivarse de una mala decisión. Había que trasladar el Hospital Provincial a las nuevas instalaciones del Perpetuo Socorro, que llevan años en obras. Se hizo hace tres semanas y muchos, no sólo la oposición política, sino también los sindicatos, profesionales y usuarios, consideran que ha sido una operación precipitada. No había necesidad de ingresar un enfermo cuando en la habitación de al lado seguían los operarios haciendo agujeros y los timbres de llamada a los enfermeros no funcionaban, por apuntar dos deficiencias, aunque se han mencionado muchas más.

La decisión de trasladar el Hospital Provincial estaba tomada tiempo atrás y no sé porqué había que materializarla justo ahora. Ibarra insistió durante la anterior campaña en la promesa de las habitaciones individuales y en el Infanta Cristina había que suprimir cuanto antes las de tres y cuatro camas. Había que hacerlo antes del 25-M.