La prudencia es obligada en casos como el sucedido en el colegio público Los Glacis, donde un profesor ha sido suspendido cautelarmente porque dos padres han presentado sendas denuncias por presunta agresión sexual a sus hijas de 3 años.

El derecho a la presunción de inocencia no es cuestionable nunca y menos en una situación en la que está en juego la trayectoria y fama de un profesor, cuya identidad se ha protegido en todo momento, tanto por parte de la Consejería de Educación, como por los medios de comunicación que se han hecho eco de la denuncia.

En estos momentos todo está en manos de la justicia y no creo que nadie esté en condiciones de juzgar a priori a ninguna de las partes, sino de esperar a que sea un juez el que dictamine y aporte claridad a lo sucedido. Para entonces, si la inocencia estuviese demostrada, lo justo sería que la imagen del profesor quedase impoluta. Pero hasta que exista fallo judicial, también parece justa la decisión de Educación de suspender al profesor para evitar alarma entre los padres, sobre todo de los alumnos más pequeños, cuya inocencia hay que proteger en todo momento.