TStiento fascinación por las historias, por esas circunstancias que, como cincel de escultor, van dando forma a la vida y modelando nuestra manera de situarnos en el mundo. Soy devoradora de esas historias contadas con sencillez y voz pausada. Y así, con voz suave a pesar del ruido que nos rodeaba, oí contar la suya a un hombre joven y yo, esa enamorada de los detalles que esculpen vidas, sentí como se me iba el corazón detrás del relato sereno. Ese hombre joven es ya torero. Tomó ayer la alternativa, y su historia, conocida por los aficionados, pero que yo oía por primera vez, esa historia me impactó. Estoy hablando de Israel Lancho . Era el mes de mayo y estábamos en Las Casas Consistoriales, en la plaza Alta, donde se presentaban los carteles de los festejos taurinos de la Feria de San Juan. Al final, quise hablar con el novillero. Un joven alto y de buen porte. Me gustó la dulzura de su mirada. Luego fue cuando su voz y su historia me encantaron. Debutó con picadores pero nadie lo contrataba. Muchos fueron los que pensaron que estaba acabado pero no perdió la confianza en sus posibilidades y siempre, con esfuerzo, persiguió un sueño que comenzó cuando, con 4 años, su abuelo, el ganadero Demetrio Lancho , lo puso delante de un novillo. Cuenta Israel que hubo de comenzar de nuevo, actuando en las capeas, lo más bajo en el mundo del toreo . Y así, aguantando, como el matador recibiendo a la res ante la puerta de toriles, las zapatillas bien asentadas en el albero, Lancho fue levantándose. Y ahora, hombre ya de 27 años, con una carrera larga y difícil a sus espaldas, el novillero pacense, ha tomado la alternativa en el coso de Pardaleras, la plaza del Badajoz de mi alma donde está la gente que tanto ha sabido esperarme .

Cuando escribo estas líneas Israel aún no ha hecho el paseíllo, vestido de verde, el color de la esperanza que nunca perdió y aún no ha brindado el toro al abuelo, ya ausente, que le metió la afición en la sangre. Cuando ustedes lean esta columna ya habrá pasado la tarde de su iniciativa, la que ha supuesto la divisoria entre la realidad y el largo sueño de 20 años. Te deseo suerte, maestro.