Estuve la semana pasada en París y aunque ninguno de mis compañeros de excursión (no entiendo porqué) se ofreció a acompañarme por mucho que les insistí, yo ya tenía previsto dedicar una mañana a visitar el cementerio de Pére-Lachaise, pues hace años me quedé con las ganas de conocer este lugar donde reposan los restos de muchos personajes ilustres y porque ahora tenía el motivo añadido de conocer la tumba del ilustre pacense Manuel Godoy, cuyos restos quiere el ayuntamiento pacense traerse a Badajoz. Hay quien opina que Godoy está mejor en París junto a nombres ya universales como Balzac, Oscar Wilde, Sara Bernhardt, Jim Morrison, Edith Piaf, Chopin, Isadora Duncan, La Fontaine, Moliére o Gay Lussac, entre otros muchos. Pero no debe ser nuestro Godoy tan ilustre como aquí pretendemos, ni tan conocido fuera de nuestras fronteras, o tal vez los franceses se saltan esta página de la que también es su historia. Por más que pregunté a guías, vigilantes y paseantes, nadie supo darme referencias de ese tal Godoy, ´Goduá´, el Príncipe de la Paz o Monsieur de la Paix. Allí no saben quién es. Por eso sus cenizas deben estar aquí, donde Godoy fue y es alguien.